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Literatura
Reseña literaria
noviembre

Un breve aporte a la teoría del conocimiento: sobre un estudio antropológico de los mitos (primera parte)
por Guido Schiappacasse

La noche amenaza cayendo sobre este joven planeta como un manto lóbrego tan temible como el hocico del depredador, la luna en un resplandor místico brilla junto a las entonces adolescentes constelaciones, un rugido aterrador y espeluznante surca el silencio, el tigre de enormes colmillos afilados como cuchillas tiene un hambre atroz y ha salido de caza, el relámpago hace por un momento día, luego el brutal e insondable sonido del trueno espanta hasta congelar la médula de los huesos, el frio desciende, nieva, es la Edad del Hielo, los homínidos se refugian con pavor en una cueva húmeda, maloliente, putrefacta, prenden unas ramas que han dejado secar, se cobijan en torno al fuego, la luz tenue danza sobre sus fascias toscas y peludas y entonces, en medio del temor, de lo siniestro, de lo inexplicable, se escucha una voz aún gutural… El vate cuenta una historia, el clan calla con respecto casi sagrado y escucha con atención, el fuego juguetea con la oscuridad con curvas sinuosas e insinuantes, el pánico ya es menor y la comunidad siente alivio, el poeta brujo se ha expresado y la oscuridad ya no lo es tanto, el felino hambreado y escuálido teme a quienes dominan el fuego, mañana saldrá la luminaria y será otro día de caza, al atardecer el mamut caerá en la trampa y su carne alimentará por semanas a la familia, mañana será la Era Posmoderna.

Así, hace mucho tiempo, una comunidad de hombres de Neandertal, o quizá, algunos otros clanes de cromañones, oyeron a un inspirado homínido que bañando su relato con fantasía y magia intentó responder al ¿por qué hay algo y no más bien nada?, indagó en las causas de los amenazantes fenómenos naturales; e incluso, exploró en lo que nos acaecerá después de la muerte. 

El parto es distócico, el trueno puja, el felino suda, la gutural voz poética lucha por prevalecer, mientras todo lo invade el frio que el fuego se esfuerza en mitigar; ha nacido el mito…

Es cierto, dentro del género narrativo he recorrido y recomendado en la revista literaria «Mal de Ojo» autores nóveles y clásicos, sobrevolando la fábula, el cuento y el mito. Mas, antes de ir al siguiente subgénero del extenso clan de la prosa, permitidme intentar escribir este breve ensayo, en un ahínco por reivindicar al mito, incluso en nuestra sociedad posmoderna; o en su defecto, sepultarlo definitivamente, por no ser más que ridículas e irrisorias divagaciones, ilógicas, incoherentes e irracionales.

Antes de la escritura, en una era muy pretérita, los primitivos asentamientos prehumanos conocieron a través del mito una primera explicación cosmogónica, indagaron en las causas de las catástrofes naturales y respondieron por primera vez a las preguntas esenciales: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿a dónde vamos?; todo lo cual mitigó las angustias existenciales en un contexto que reforzó la sociabilidad, la convivencia y el sentimiento de pertenencia a una comunidad. 

Aquellas narraciones se transmitieron por la palabra hablada de generación en generación, naciendo así muchas versiones de un mismo relato, hasta que pudo ponerse por escrito sobre una blanduzca tablilla de arcilla.

Un esfuerzo de la imaginación, la fantasía y la magia como explicaciones de lo desconocido, narraciones surgidas del inconsciente colectivo 1  y sus arquetipos, 2 imagos y símbolos primigenios que abarcan a toda la humanidad en cuanto a especie y explican el motivo de encontrarnos con mitos similares en distintas culturas antiguas que no tuvieron ningún tipo de contacto entre sí.

De hecho, el mito antropogónico narrado por los primeros pobladores de la isla de Pascua es muy parecido en su esencia al mito israelita sobre la creación del primer hombre (Adán) y la primera mujer (Eva) que puede leerse en el Génesis de la Biblia. Del mismo modo, el paraíso pascuense y el cielo del Corán musulmán son tan machistas e iguales como dos gotas de mar; y ha de considerarse que, estos primeros isleños polinésicos del océano Pacífico no tuvieron ningún tipo de comunicación ni con los antiguos hebreos ni con los primeros árabes.

Es más, el mito es una forma de conocimiento primigenio, de aprehensión de la realidad y sus elementos, mucho antes de que el progreso cerebral creciente de los homínidos les permitiera desarrollar el entendimiento filosófico y posteriormente, el discernimiento científico.

Pues bien, si el mito es una forma primaria y ancestral de conocimiento, este pensamiento arcaico ¿pudo influir en el discernimiento filosófico?; y más tarde, ¿incluso en el entendimiento científico?

a.- El conocimiento filosófico tiene por quehacer la reflexión, la racionalización y la crítica desmenuzando la realidad, el ser y el cosmos, en un esfuerzo por alcanzar la verdad a través de la argumentación; se caracteriza por ser un saber racional, analítico, crítico, totalizador y sistemático, abordando en profundidad la existencia, la ética, la política, el lenguaje y el conocimiento mismo.

Al respecto, el entendimiento mítico si bien se basa en lo imaginario, fantástico, sobrenatural y mágico con proyecciones antropomórficas por aquí y por doquier, es la fuente primera explicativa de la realidad, con proposiciones que no contemplan la argumentación. 

Sin embargo, tampoco lo mítico puede considerarse mera cháchara carente de lógica y razón, porque en sus relatos oculta bajo la palabra hablada realidades humanas psíquicas palpables, dolientes y verdaderas, por lo tanto, en el mito se conoce sin discernir que se sabe, constituyéndose en relatos compuestos por variopintos códigos inconscientes, pre-racionales, prelógicos e intuitivos, pero de ningún modo irracionales o ilógicos.

Ahora bien, en defensa de mi exposición expresada en los párrafos anteriores, he de decir que estas narraciones pueden considerarse, en algunas ocasiones, una fuente de inspiración para los que toman como profesión el arte del pensar. 

Así, Friedrich Nietzsche (1.844-1.900), filósofo y filólogo alemán del siglo XIX, de notable influencia en el pensamiento contemporáneo y la cultura occidental, en su obra «El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música» expresa que: «Mucho es lo que hemos ganado para la ciencia estética cuando hayamos llegado no sólo a la intelección lógica, sino a la seguridad inmediata de la intuición de que el desarrollo del arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisíaco». 

El filósofo nos empapa con una duplicidad vital y estética haciendo por un lado uso de la figura mitológica de Apolo (dios griego de la música y la poesía) que representa para este pensador lo elevado y lo racional; y por otra mano como contrapuesto utiliza la imagen mítica de Dionisio (dios griego del vino y la danza) que simboliza para este escritor lo terrenal, lo vital y la sensualidad desatada. 

Y qué me dicen de Albert Camus (1.913-1.960), filósofo, ensayista y novelista argelino francés, ganador del Nobel de literatura, que en su afamado ensayo «El mito de Sísifo» pone de manifiesto con denudada realidad lo absurdo de la existencia humana, basándose en el relato mítico de Sísifo.

Así, en esta antigua historia, este desgraciado fue castigado por los dioses a transportar una pesadísima roca, cuesta arriba, hasta la cumbre de un escarpado monte, utilizando para ello solamente sus músculos y su sudorosa anatomía, en un ahínco que termina de la misma forma, una y otra vez; en cada uno y todos sus absurdos intentos, porque sus ojos enjugados ven rodar cuesta abajo a la terca y enorme roca hasta la falda del cerro, y otra vez el pobre Sísifo intentará cumplir su misión, pero cuando ya esté cerca de la cima, la bola de piedra volverá de nuevo a resbalársele de sus sangrantes y callosas manos para caer al pie de la loma, y así por toda la eternidad, en un esfuerzo absurdo, una labor sin sentido, como lo es para este pensador la mismísima vida humana.

b.- El conocimiento científico, la cúspide del saber evolutivo humano, se caracteriza por basarse en el método científico, siendo este entendimiento ordenado, metódico, objetivo, verificable (reproducible), totalizador, provisorio (si hay nueva evidencia que refute la hipótesis explicativa del fenómeno en cuestión) y comunicable. Su afán se basa en la observación de la realidad, desarrollo de una hipótesis explicativa del fenómeno en estudio, y experimentación y análisis de sus resultados, refutándose o aceptándose la hipótesis en cuestión, en un intento por solucionar el problema surgido de la observación. Además, esta forma de conocimiento es singular porque busca predecir resultados posteriores en base a lo concluido y aprendido.

Ahora bien, el saber mitológico, si bien observa la realidad e intenta explicarla, no se basa en la experimentación y su análisis, sino que más bien gusta de dar una explicación imaginaria y fantástica basada en la creencia mágica que surge del inspirado vate de aquellas antiguas y primeras comunidades de homínidos; sin embargo, algunas veces cabe la posibilidad de que el entendimiento mitológico influya incluso en el metódico discernimiento científico en general, y en diversas ramas del conocimiento científico en particular.

1.- La ciencia psicológica: el saber mitológico esconde de la vista de los no iniciados profundas verdades psíquicas a interpretar a través de sus símbolos. De hecho, la psicología se ha desarrollado en buena parte gracias al estudio de las imágenes simbólicas míticas.

Así, a modo de ejemplos, la psicología moderna psicoanalítica hoy nos habla del complejo de Edipo,3  el complejo de Electra4 y el complejo de Yocasta,5 conceptos adquiridos a partir de la indagación de antiguos mitos.

En la psicología profunda de Carl Jung (1.875-1.961), connotado psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, las imágenes arquetípicas que describe en el inconsciente colectivo se sostienen en el análisis de la mitología, como lo es el caso del arquetipo del viejo sabio6  entre otros muchos.

Josep Campbell (1.904-1.987), eminente escritor y mitólogo norteamericano, del estudio comparado de las mitologías de variopintos pueblos, concluyó la existencia del monomito del héroe, figura simbólica y arquetípica que se cobija en el inconsciente colectivo humano y que puede impulsarnos al heroísmo en bien de los demás, en una acción desinteresada y altruista, como lo es el caso de los que eligen la profesión de bombero, rescatista o salvavidas.

Y si de psicopatología franca se trata, tenemos madres que buscan dañar a sus hijos con el objetivo de vengarse de su pareja, cuadro clínico descrito como el complejo de Medea7  y basado en la mitológica fémina del mismo nombre.

Y si interesa los trastornos de personalidad, el de tipo narcisista describe gráficamente las características psicológicas del mitológico Narciso,8  figura mítica en que se apoyó la interpretación de esta psicopatología.

2.- La ciencia ecológica: aunque no lo creamos, un buen caso del concepto moderno de desarrollo ecológico sustentable y explotación racional de los recursos se encuentra escondido en los relatos mitológicos.

Como ejemplo, recuerdo a la chilota Pincoya chilena, especie de sirena que, si observa que los hombres de mar de un poblado pescan indiscriminadamente en un mismo lugar, se encoleriza y deja de posar sus ojos sobre este mar, como resultado de aquello los peces en esas aguas desaparecen como por encantamiento. 

Aunque inverosímil, ya el bardo en esos vetustos tiempos narró las aventuras de un mitológico ser que muy bien sabía de ecología, ecosistemas y conservación ambiental, una lección aplicable en nuestros tiempos, donde el crecimiento poblacional geométrico pone en riesgo los recursos alimenticios disponibles del planeta, al estilo de una eventual catástrofe malthusiana.9

3.- La ciencia química: corría a paso veloz el siglo XIX y el misterio no podía ser resuelto. Un hombre cercano a sus cuarenta otoños estaba sentado esa noche, como hacía muchísimos atardeceres, frente a su desordenado escritorio, atiborrado con apuntes, con papeles sueltos garabateados con fórmulas ininteligibles; sus ojos estaban cansados, fatigados, reclinó un momento la cabeza, sólo un instante, pero aquello bastó para perderse, cruzó el umbral y ahora estaba en el mundo de los sueños, su cabeza reposaba sobre su lugar de estudio, dormía, inquieto, acomodándose aún sobre su dura silla, la luz de su lámpara de aceite parpadeaba, una polilla volaba hipnotizada en torno a la luminaria, Kekulé roncaba vencido por el benceno.

Los hombres de ciencia no podían explicar la estructura de este compuesto, tenía solamente 6 átomos de carbona y 6 átomos de hidrógeno, pero una estructura lineal hipotética con enlaces simples y dobles alternos no explicaba la mayor estabilidad de este compuesto en comparación con otros hidrocarburos.

Entonces una ráfaga cruzó su mente, una imagen onírica lo visitó en sueños, despertó, anotó su visión, una serpiente lo observó con ojos sin párpados y con su bífida lengua algo quiso comunicarle, el animalejo de sangre fría, tal vez, al abrigo del calor que aún emitía la lámpara de aceite sobre el escritorio del científico, diose maña como para enrollarse sobre sí misma hasta morderse la cola, formando un círculo con su propio cuerpo.

El Uróboro es conocido desde vetustos tiempos como una especie de serpiente que forma un círculo al engullir su propia cola, un símbolo mítico y arquetípico que representa el tiempo, la eternidad y el eterno ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. 

En la mitología nórdica la monstruosa serpiente gigante Jormungandr rodea al mundo sujetándose su extremo corpóreo más distal, pero cuando se suelte se iniciará el Ragnarök o el fin del mundo. 

Por otra parte, en el antiguo país de las pirámides, este reptil que gusta de morderse la cola, fue un símbolo de poder y protección del faraón.

Mas, para August Kekulé este onírico símbolo tuvo una significancia particular, el benceno está enrollado sobre sí mismo, los 6 átomos de carbono forman un anillo con enlaces dobles y simples alternos, esto explica las propiedades particulares de este hidrocarburo. Más tarde, la moderna cristalografía de rayos x confirmaría el acierto del soñador.

¡Y qué importante fue este descubrimiento científico! Al comprenderse la estructura química de este compuesto, se pudo seguir avanzando y hoy por hoy el benceno es utilizado como la materia prima de múltiples productos industriales, como plásticos, resinas, detergentes, lubricantes y fibras sintéticas.

A veces, antes de conocer hay que imaginarlo, o quizá, soñarlo…

Ahora bien, la evolución por selección natural humana, fue cambiando corporalmente (o físicamente) al homínido en cuestión, en un intento por sobrevivir y transmitir sus genes, adaptándose a los cambios del medio ambiente.

Sin embargo, este peculiar ser desarrolló su inteligencia como nunca antes se había visto en el tercer planeta, a consecuencia de que su cerebro creció y sus diferentes partes aprendieron a comunicarse en forma más eficiente, todo esto debido a causas multifactoriales a saber: factores genéticos, ambientales y evolutivos, incluyendo una mayor presión social al ir aumentando el número de individuos que constituían un asentamiento, la necesidad de adaptarse a entornos siempre cambiantes y la adopción de una dieta con alto contenido energético para alimentar un cerebro más grande, como lo fue el consumir carnes y pescados predigeridos por la cocción del fuego; es más, otro factor clave fue el cambio en la asignación de energía, priorizando el desarrollo encefálico por sobre el reproductivo a una edad más tardía.

Ergo, el hombre, merced al mejoramiento de sus funciones cognitivas, desarrolló aparatajes para potenciar sus sentidos, ya sea el microscopio para ver lo minúsculo que se escapa a su visión natural o el telescopio para observar lo muy distante; para mejorar su velocidad y capacidad de traslado inventó los automóviles y aviones; y para optimizar sus fuentes de recursos se las ingenió para obtener tierra fértil robándosela al mar y avanzó en el tema de los regadíos llegando al riego por goteo, haciendo fructificar desérticos arenales.

De esta forma, este homínido se convirtió en la única especie que pisa la Tierra que ha sido capaz de adaptar el medio a sus fines particulares, gracias al desarrollo de la inteligencia puesta al servicio de la ciencia humana.

Pero, ¿cómo llegamos a ser un Homo sapiens?

Nuestro pensamiento fue evolucionando debido a la optimización de nuestras funciones cognitivas cerebrales, lo que permitió pasar del conocer mítico, mágico, pre-racional, prelógico e intuitivo al pensar racional filosófico y posteriormente, al entendimiento metódico científico.

Desde un punto de vista gráfico, puesto al servicio de un mayor entendimiento de este embrollo, podemos visualizar este pensamiento y conocimiento evolutivo como una pirámide triangular, en donde en el primer nivel (base de la pirámide) tenemos el conocer mítico, mágico, fantástico e intuitivo, en un segundo peldaño el discernimiento racional, lógico y argumental filosófico, y en un tercer escalón (o cúspide de esta pirámide) el entendimiento metodológico científico.

Sin embargo, pese a ser mirado por muchos en la actualidad con desdén y descrédito, el escalón basal, primario o conocimiento mítico, en más de algunas ocasiones influyó sobre el entendimiento filosófico; y más tarde, sobre el discernimiento científico. 

De esta manera los hombres, gracias al desarrollo de la ciencia, fueron capaces de adaptar el ambiente a sus necesidades particulares; basta con ver nuestras modernas urbes que nos protegen de las inclemencias del frio e incluso el tendido eléctrico y los faroles que hacen el día pese a ser de noche.

Y, es más, sin duda el conocer filosófico también ha participado del desarrollo del pensamiento científico, porque el aprendizaje de la lógica que aporta la filosofía le es muy útil al científico para extraer conclusiones válidas del análisis de los resultados de su experimentación.

Pero, sólo ahora me pregunto si será válido intentar falsar esta hipótesis que propone que el conocimiento basal, primario o mítico influyó y participó de la evolución del segundo piso o entendimiento filosófico; y, más tarde, también contribuyó al saber del tercer nivel, cúspide de la pirámide o conocimiento científico.

Al respecto, Karl Popper (1.902-1.994), eminente filósofo de la ciencia de origen austríaco, nos dice que una hipótesis científica sólo es válida si puede ser falsable, vale decir, si potencialmente puede demostrarse que en algún aspecto es falsa o no explica lo observado en forma rigurosa o correcta.

Acepto que la ciencia dura, como lo es la física, avanza mucho más al descartar teorías falsas mediante la evidencia o nueva experimentación que por la búsqueda de la verificación de la hipótesis hasta el infinito.

Sin embargo, en ciencias sociales la falsación no están aplicable, precisamente porque son ciencias cuyo objeto de estudio es el hombre y la sociedad, ambivalentes y contradictorios por naturaleza.

Así, en este pequeño ensayo, la hipótesis en examen expresa que el conocimiento mítico en algunas ocasiones (no en todos los casos) ha influido en el desarrollo del entendimiento tanto filosófico como científico.

Ergo, basta con presentar un solo ejemplo o caso en que el conocimiento mitológico haya participado de la evolución del conocer filosófico, y posteriormente, del saber científico, para así demostrar esta hipótesis, lo cual pienso que he verificado con creces en los párrafos anteriores.

Mas, ha llegado el momento de hacer un respiro y dejar de chorrear la tinta sobre páginas en blanco, no quisiese abusar de vuestra paciencia, en el próximo artículo intentaré terminar esta exposición sobre el conocimiento mitológico y su importancia en la evolución del pensamiento del Homo sapiens.

Esperaré, con calma e impaciencia y atiborrado de pasión intelectual.

¡Nos leemos en la próxima entrega!

 

Clan de hombres de Neanderthal reunidos en torno al fuego

  1. Inconsciente colectivo: parte de la psique inconsciente que es común a toda la humanidad y contiene arquetipos, símbolos universales y la experiencia compartida de la historia de la especie humana.
  2. Arquetipos: imágenes o esquemas universales e innatos propios del inconsciente colectivo que influyen en nuestra percepción de la realidad y se manifiestan en mitos, sueños y cuentos.
  3. Complejo de Edipo: concepto psicoanalítico que describe los sentimientos de amor incestuosos inconscientes del niño hacia su madre acompañado de sentimientos de hostilidad conscientes hacia su padre, porque este último es visto por el pequeño como un rival que compite con él por los favores de la madre, entendiéndose esto último en un sentido amplio. Este complejo se presenta normalmente entre los 3 y 6 años de vida en todos los infantes y se resuelve cuando el jovencito se identifica con la imagen del padre, así logra aceptar y acatar las reglas sociales y normas familiares. Este descubrimiento se basó en la obra teatral «Edipo rey» del poeta Sófocles (496-406 antes de Cristo), en donde el mito narra que Edipo mata a su padre, sin ser consciente de su relación consanguínea, y se casa con su madre, sin saber tampoco que su flamante consorte lo llevó en el vientre.
  4. Complejo de Electra: teoría psicoanalítica que describe el apego incestuoso inconsciente de una niña hacia su padre durante la etapa fálica de su desarrollo, acompañado de sentimientos conscientes de rivalidad hacia su madre.  Esta encrucijada se soluciona cuando la pequeña se identifica con su madre, reprimiendo su deseo hacia al padre, lo que la prepara psicológicamente para relaciones exogámicas. Esta idea toma su nombre del mito griego de la princesa Electra, quien incitó a su hermano Oreste a vengar la muerte del rey Agamenón, el padre de estos príncipes, para lo cual deberían asesinar a los causantes de esta desdicha, vale decir, a Clitemnestra, la madre de estos cachorros y a Egisto, su ambicioso amante.
  5. Complejo de Yocasta: idea psicoanalítica que gira en torno a la madre que se siente atraída sexualmente, pero en forma inconsciente, por su hijo; también se corresponde con la figura de la madre dominante (en una forma no sexual), sobre todo cuando la figura del padre destaca por su ausencia. Este cuadro psicológico se sustente en el mito griego de la reina Yocasta y su hijo Edipo, la cual contrae nupcias y yace con él, sin ser consciente de que en realidad ella le hizo la gracia a Edipo de alquilarle el útero por nueve meses.
  6. Arquetipo del viejo sabio: imagen y símbolo del inconsciente colectivo que representa la sabiduría, el conocimiento y la guía espiritual en un viaje, a menudo sirviendo como mentor al héroe. Esta imago se pone de manifiesto en diversos mitos donde resalta la figura del mago, ermitaño o consejero que, a través de su experiencia y profunda comprensión del mundo, ayuda a otros a encontrar la verdad y el sentido. A modo de ejemplo destaca la figura del mago Merlín, que en los mitos artúricos ayuda al futuro rey a fundar un reino idílico conocido como Camelot.
  7. Complejo de Medea: este síndrome psicopatológico se caracteriza por una madre que daña, acosa, manipula y hasta da muerte a sus propios hijos, para así vengarse de su pareja, padre de los retoños. Este término se inspira en el mito griego de Medea, quien en la tragedia del poeta Eurípides (484-406 antes de Cristo) mata a sus hijos para vengarse del infiel Jasón.
  8. Narciso: mito griego que cuenta que un joven de gran belleza rechazó a doncellas y mancebos porque solamente se amaba a sí mismo. Pero su arrogancia asqueó a la diosa Némesis, la cual para castigarlo hizo que Narciso se prendara perdidamente de su propio reflejo en el agua; y así el mozuelo no pudo apartarse de su imagen, consumiéndose por pena, hambre y sed; y en el lugar donde feneció, nació una flor que lleva su nombre hasta el día de hoy. El moderno concepto del trastorno de personalidad narcisista se sostiene en este mito, caracterizándose por los sentimientos de grandiosidad para consigo mismo, falta de empatía y necesidad de admiración constante de los otros.
  9. Catástrofe malthusiana: de acuerdo con Thomas Malthus (1.766-1.834), clérigo anglicano y erudito británico, el contraste entre el crecimiento geométrico de la población mundial y el incremento aritmético de los recursos llevará a la hambruna y colapso social a escala global. Sin embargo, este holocausto aún no se ha materializado porque el desarrollo de la ciencia en los últimos siglos ha permitido un incremento de la producción agrícola mayor que la explosión demográfica; pese a ello, esta amenaza todavía está latente y no puede descartarse que ocurra en un futuro no muy lejano.

Guido Schiappacasse mitos

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