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Literatura
Reseña literaria
octubre 2025

Reseña literaria: glaciares mitos transportados por intrépidos navegantes
por Guido Schiappacasse

La gélida Antártica es el único continente que no contó con población humana nativa o aborigen, porque su extremo aislamiento geográfico y sus inhóspitas condiciones climáticas no lo permitieron. 

Así, durante milenios este frigorífico no registró la huella humana, de hecho, recién en el siglo XIX los primeros aventureros recalaron en este alejado territorio transportados por endebles embarcaciones hechas de empapadas esperanzas y tablas flotantes, húmedas, medio podridas, corroídas en su esencia por el hostil océano Austral que baña rodeando la Antártida hasta los 60 grados de latitud sur y que da origen al mar de Drake, abismal masa de agua que separa Sudamérica de la Antártica, de aguas impredecibles, violentas, turbulentas, tal vez, hasta carentes de misericordia para con los arriesgados marineros que osan aventurarse entre hielos tan al sur. 

Actualmente, no existen luces de neón que encandilen la noche y no encontramos bulliciosas ciudades que rajen el silencio en estos parajes olvidados, solamente hay algunas bases de investigación donde apasionados científicos y personal de apoyo viven temporalmente.

Sin embargo, mitos peculiares surgieron en este continente, no de la imaginación de aborígenes inexistentes, sino que de la fantasía de los intrépidos navegantes que se atrevieron a surcar las aguas cercadas por casi eternos témpanos y el gélido hálito del viento del Polo Sur.

Pero, para explorar este imaginario he de solicitar nuevamente la ayuda de don Cesar Müller Leiva (1.907-1.996), más bien conocido como Oreste Plath.

Oreste Plath fue un escritor y folclorista chileno reconocido por su labor de recolección de las tradiciones de los primeros pueblos habitantes del austral país de Chile; autor de «Grafismo animalista en el hablar del pueblo chileno», «Juegos y diversiones de los chilenos», «Chile, país de agua», «Tuberculosis, historia y folklore médico», «Folklore chileno», entre otras obras que abarcan distintos tópicos tradicionales, desde lo culinario hasta los modismos en el hablar de este sureño pueblo. 

Mas, en este presente quisiese por segunda vez recomendarles el libro de don Oreste «Geografía del mito y leyenda chilena»1, una tan extensa como completísima obra que versa sobre el imaginario colectivo de los diversos pueblos primigenios de Chile, los que se asentaron en distintos terruños de la variopinta geografía chilena.

Un libro que contiene narraciones muy variadas, tal como lo es la dispar topografía de esta tierra, que cuenta con el árido desierto que viste de ocre y manteles dorados de sol el norte chileno, pero sin olvidar los fértiles valles centrales y la zona austral de este Chile, en donde hace gala una desbordante naturaleza bañada por indómitos ríos, llegando don Oreste en este viaje incluso a investigar sobre los mitos de la Antártica chilena, los cuales fueron imaginados por heroicos aventureros que exploraron este albo continente.

Una obra que pese a su extensión no aburre ni atosiga al lector, porque el estilo de la misma es sencillo, directo y ágil, cumpliendo su misión de entretener por mucho más que los videos cortos de Tik Tok. Y como si esto fuese poco, además, gracias a la acabada revisión bibliográfica que el autor supo llevar a cabo para completar su creación, esto mismo por su propio peso contribuye al proceso de culturización del buen lector.

Mas, alguna vez en mi infancia, cursando pleno invierno, me tuve que duchar con agua helada porque se había descompuesto el calefón del hogar. Y como mis reclamos no se hicieron de esperar, mi padre en tono jocoso me dijo, quizá para que dejase de gimotear, que el agua casi congelada revitalizaba mi cuerpo; y, es más, con ese estimulador baño se me pegaría algo del espíritu temerario y tenaz del explorador noruego Roald Amundsen y del aventurero inglés Robert Scott, que junto con sus equipos fueron los primeros hombres en llegar al Polo Sur, allá, a principios del siglo XX.

¡Qué ocurrencias tan alambicadas tenía mi progenitor! Pero, mientras yo en mi recuerdo tirito como renacuajo lleno de calofríos, y me seco en un intento por conseguir un poco de calor, exploremos los mitos antárticos que nos ofrece «Geografía del mito y leyenda chilena» de Oreste Plath:

a.- La Virgen de los hielos: la muerte blanca asola este continente y espera con paciencia milenaria por cualquier aventurero que ose recorrer estos helados hielos. Con bella prosa poética el autor nos hace experimentar el silencio y la soledad que acompañan a estas congeladas tierras; más el frío, la sangre que deja de circular, el color amoratado de labios, manos y pies, con los que estas despiadadas tierras visten al desafortunado. 

Sin embargo, los exploradores narran que un abrazo cálido y maternal puede acudir en su auxilio, con ello la sangre retoma su circulación y el espíritu se vuelve a acalorar sintiéndose acompañado, porque es el místico abrazo protector y maternal de la Virgen de los hielos; y más de algún osado en este extremo sur lo ha experimentado y de aquello algún sobreviviente ha dado cuenta.

De esta narración concluyo que lo religioso es una función de la psique humana que en estos casos adopta un fin bien específico, ponerse al servicio del instinto de autoconservación o de supervivencia humana, para así intentar mantener vivo al aventurero pese a las inclemencias del viento y la nieve austral.

b.- El cementerio de las nieves: con consumada lírica el autor nos relata que, bajo la tenue luz de la Antártica chilena, se encuentra un cementerio que alberga el descanso final de los tripulantes de un barco ballenero noruego, que no encontró más que la desgracia, porque los cetáceos les fueron esquivos y el mar austral con sus temporales les pasó la cuenta. 

Tumbas bajo el hielo, solitarias, que nadie visita, sepulcros sin lágrimas ni flores que los adornen, solamente algunas cruces resaltan entremedio de la nieve abriéndose a la esperanza, abrazando a la Virgen de los hielos; más allá, en una garabateada lápida aún puede leerse: 

«Gracias por todo».

c.- Las fabulosas riquezas de la Antártida: los científicos de las expediciones del almirante Richard Byrd2 encontraron bajo los hielos ocultos muchísimos minerales y metaloides valiosos, junto con indicios de grandes yacimientos de carbón y petróleo, así mismo, en las playas de estas gélidas tierras pudieron contar focas y leones marinos por millones, y en el mar que baña estas costas, avistaron más de 150 especies de ballenas.

En este caso, el inspirado escritor, a la historia de la mítica riqueza del continente blanco, la salpica con datos o personajes históricos, lo cual contribuye a darle más credibilidad a su mítica narración.

Finalmente, tras la exploración de este capítulo de la obra de don Oreste, no me cabe más que recomendarles nuevamente este libro, les aseguro que entre sus páginas mucho se divertirán y aprenderán.

Mas, ahora comprendo que aquellos que dediquen su existir al bello arte de la palabra escrita, muchos inconvenientes encontrarán en su camino si pretenden vivir de sus letras, tan dificultosos e inhóspitos como los obstáculos que presentan los parajes del continente blanco; pero no os desalentéis, acompañarse del espíritu tenaz, resiliente y combativo que compartieron Amundsen y Scott, cuya epopeya le brindó a la humanidad la conquista del Polo Sur y hoy su gesta nos entrega una enorme lección de vida.

¡Hasta la próxima entrega!

 

Mapa geográfico del continente antártico

 

  1. «Geografía del mito y la leyenda chilena»: completísimo libro que versa sobre las tradiciones ancestrales de los pueblos originarios de Chile, siendo guiados en nuestro viaje por una geográfica brújula, cuyo autor es Oreste Plath, colección de la Biblioteca Nacional de Chile, año 1.983. También se puede descargar esta obra en el siguiente enlace en Internet:https://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0031710.pdf
  2. Richard Byrd (1.888-1.957): explorador, aviador y contraalmirante estadounidense, especialmente conocido por sus audaces vuelos sobre la Antártica, que contribuyeron al estudio geográfico de este continente.

Guido Schiappacasse Oreste Plath

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