Literatura
Reseña literaria
marzo 2025
Reseña literaria: el poeta maldito y el peor de los mundos posibles
por Guido Schiappacasse
Vengo llegando a mi terruño patrio de mis vacaciones estivales en el balneario de Cancún; y esta olla de serpientes (esa es la traducción de la palabra ka’an kun del maya al español) invita a la ensoñación y al idealismo. Sin duda, su mar turquesa como los ojos de mi compañera de viajes, su cálido aroma a flores y frutos y la magnificencia de su arqueología es una oda a la hermosura y al amor. Pero, también este paraíso tiene un embrujo muy especial en todo corazón que lo visita, su elixir nos impide recordar la realidad diaria de nuestro existir cotidiano y nos envuelve en la indiferencia hacia todo aquel que es menos afortunado.
Así, nos olvidamos del mundo oscuro, tosco, agrio y feo del indigente, el jugador compulsivo, el delincuente, el estafador; e incluso del atrapado por la depravación sexual o la hipersexualidad sin más que el acto placentero en sí, sin ni siquiera una gota del océano del sentimiento del amor.
Y por eso mismo, hoy exploraremos dentro del cuento el subgénero del Realismo Sucio. Al respecto, esta corriente literaria surgió en Estados Unidos de América y se desarrolló con ímpetu en la primera mitad del siglo XX.
Este movimiento se destacó por describir la vida cotidiana de manera cruda, casi bestial; despojando la prosa de adjetivaciones, adverbios y adornos literarios, más bien prefiriendo que el contexto de la narración le dé sentido a la obra; enfocándose en los aspectos más lúgubres y sórdidos de la sociedad, en los marginados, pobres y adictos, con su mundo gris, vulgar y cotidiano, carente de eventos mágicos o extraordinarios que nos asombren; y evitando las descripciones ampulosas, sino más bien prefiriendo la narración superflua y hasta grotesca y soez.
En pocas palabras, nos encontramos introduciéndonos en el devenir de personajes vulgares, imbuidos en su rutinaria vida carente de magia.
Y qué mejor que recomendarles un cuento de Charles Bukowski (nacido en Alemania en 1.920 y fallecido en ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos de América en 1.994). Este fue un escritor de relatos, novelas y poemas, representante del Realismo Sucio; y tal como su obra su vida fue un reflejo de lo grotesco y lo horrible, ya que siempre danzó entre la bohemia desenfrenada, el alcoholismo y la pobreza, como si un mal se cerniese sobre él, por eso se le conoció como «el poeta maldito».
Sin embargo, su arte corrió con mejor suerte, porque hoy se le considera uno de los escritores más influyentes de América del Norte y un fascinante amante del Realismo Sucio y la literatura independiente.
Pese a ello, sus detractores lo apuntaron con el dedo índice, acusándolo de un estilo poco ortodoxo y hasta soez, un mero exhibicionista literario y un presentador de sus propias obsesiones en forma efectista. En cambio, otros críticos rescataron su autenticidad y como sus palabras estuvieron empapadas de su vida trágica, marginada por la falta de recursos, las bebidas espirituosas y la maldición que fue su fiel lazarillo durante su existencia.
Autor de renombradas novelas como «La senda del perdedor» y «Hollywood»; así como colecciones de relatos breves tales como «Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones e historias generales de locura ordinaria» y «Escritos de un viejo indecente». Mas, hoy les quiero recomendar el cuento de Bukowski titulado «Se busca una mujer»1.
Así, en este relato que quiebra esquemas y sobrepasa límites clásicos, a Edna nos la encontramos bajando la calle con las compras, caminando con sus treinta y siete años de edad y unos kilos demás. Ve un anuncio pegado en una ventanilla de un lujoso automóvil, se trata de una solicitud…
El mensaje escrito en dicho cartón describe a un hombre divorciado de casi cincuenta años, bien posicionado, contador, con trabajo estable y dinero en el banco; aquel solicita los favores con fines matrimoniales de una fémina entre treinta y cinco y cuarenta y cuatro otoños, de preferencia algo rellenita.
Edna siente una especie de repulsión, entra a su casa y olvida el asunto. Mientras se lava estando en su bañera sola consigo misma recuerda el incidente. ¡Sí, en verdad está casi desamparada!, porque Edna es una solterona virgen aún, ¡qué combinación más dramática!
Tras varias tazas de café se decide a llamar por teléfono de acuerdo a las instrucciones del anuncio. Del otro lado de la línea contesta Joe Lighthill. Tras un rápido intercambio de palabras, Edna acepta la invitación de este caballero y se dirige inmediatamente al apartamento del varón en cuestión con el fin de conocerlo un poco más.
Se abre la puerta de un lujoso departamento, Edna es invitada a pasar por Joe, un viejo de calvicie incipiente, nariz afilada con pelos sinvergüenzas saliéndosele por los orificios nasales, pronunciada papada, camisa abierta por el cuello y un pantalón que le queda grande por dos o más tallas (sin duda, un hombre bien poco atractivo, por eso no puede conseguir una mujer en forma tradicional).
Edna está un poco nerviosa, él prepara unos tragos en la cocina, se sientan, charlan. Joe le explica que su mujer lo dejó a causa de las orgías que a él le gusta experimentar, sórdidas, con múltiples cuerpos sudados, erectas armas varoniles por doquier, revoltijo de extremidades inferiores, lamidos, gemidos, penetraciones quizá por dónde. Sin embargo, la gota que rebalsó el vaso y terminó por asquear a su exmujer fue el intercambio sexual de parejas, el goce por el goce, sin amor o cariño que lo acompañe, el más puro sexo sin alma.
Edna es repelida por las confesiones indiscretas de Joe, más no habiendo tenido sexo todavía. Quiere retirarse y así se lo hace saber a su interlocutor.
«Es de madera», piensa Edna de este tipo.
Joe la retiene a la fuerza, la abraza firmemente y la besa, ella siente un aliento pestilente y repulsivo y lucha por zafarse hasta que lo consigue. Joe cae al suelo, ha recibido un rodillazo de Edna en plenos compañones, esta aprovecha el momento y huye del habitáculo.
Ya en su casa, aquella se encuentra sucia, toma otro baño de tina y decide no volver a ver a Joe…
La narración es un poco simplona, con un lenguaje algo rudimentario, carente de adornos literarios; sin embargo, no hace falta más, el contexto de los personajes está muy claro, presenciamos el curioso y muy original encuentro entre dos solitarios, similares y muy diferentes a la vez
El uno un marginado que ha sido abandonado por su exmujer dada su apetencia sexual inusualmente activa, que lo impulsa a relaciones dionisíacas y a la práctica del swinger, seguramente en más de una ocasión invitó a su exesposa a estas prácticas, no generando más que asco en esta mujer, hasta que simplemente lo abandonó. La otra es una mojigata que nunca ha tenido sexo y aparentemente vive sola, no sabemos el porqué, el autor de este embrollo nada aclara. Y de este extraño cruce de personajes, considerando sus características, el lector puede anticipar el desenlace sin mayor dificultad, es obvio que Joe será rechazado por Edna, por ende, la obra sorpresa no conlleva, aunque por original no peca.
Más tarde el lenguaje se vuelve impúdico y hasta grotesco, así describe Joe sus bacanales; sin embargo, pese a que a algunos esta forma de escribir no les guste, este tipo de lenguaje retrata bien la situación en cuestión y la obra toma ciertos aires picarescos.
Edna piensa que este tipo es un hombre de madera, aquí el autor por fin incorpora un recurso literario (la metáfora), no lo podría haber hecho mejor, si ha de ahorrarse en adornos, coloquémoslos en el momento preciso, tal como Bukowski lo ha hecho. Así, un leño no tiene sentimientos al igual que un Joe que experimenta el sexo sin ningún tipo de sensibilidad, para él el amor o el cariño le son desconocidos, allí radica su miseria, su marginalidad y su soledad.
Siguiendo un raciocinio dialéctico, podríamos pensar que el Realismo Sucio es la antítesis del Romanticismo. Mientras que este último es una corriente literaria que ensalza el amor, lo ideal, lo bello y lo sublime, siendo su máxima consigna «el arte por el arte»; su contrapuesto, negación o antítesis es sin dudas el Realismo Sucio, que apuesta por lo oscuro, lo grotesco, lo marginal y lo feo, en donde sus personajes son corrientes y sus vidas vulgares.
Pero, este Realismo Sucio, que nace como contraposición al Romanticismo, ¿qué sentido u objetivo puede llegar a tener? Del análisis de este cuento de Bukowski, concluimos que el Realismo Sucio narra solo una corriente y marginal historia, pero no pretende moralizar, ni dejar una enseñanza, ni tampoco profundizar como para reflexionar o entregar un filosófico pensamiento final. Mas, estos lúgubres y soeces relatos pueden sacar al lector de su letargo e indiferencia y hacerle ver con empatía la existencia de seres grotescos, enfermos, pobres o marginales, que pululan por doquier en los submundos y alcantarillados de la gran metrópolis.
El filósofo pesimista Arthur Schopenhauer, allá en Alemania en el siglo XIX, dijo que vivíamos en el peor de los mundos posibles.
Y precisamente, el Realismo Sucio, un siglo después, le puede contestar a este oscuro y depresivo pensador. Tal vez, la esencia de esta corriente artística sea darnos un empujón, sacudirnos o bañarnos con un jarro de agua bien helada. De esta forma, al transitar por marginales vidas y patéticos personajes, este movimiento literario puede hacer abandonar en el lector la indiferencia por el sufrimiento de los menos bendecidos, siendo este el primer paso para cambiar el orden establecido y dejar de vivir en el peor de los mundos posibles.
¡Hasta la próxima entrega!

- «Se busca una mujer»: breve relato de Charles Bukowski. Esta narración se puede encontrar en Internet en el siguiente enlace: https://ciudadseva.com/texto/se-busca-una-mujer/