Literatura
Poesía
enero 2025
Poemas de Eugenia Coiro
“El presente puede ser bastante prolongado en cualquier tipo de encierro”, Caburé 2024, Argentina.
Después conocí a mi padre biológico
a los veintipocos
en una esquina cerca del laburo
como referencia había dado
la marca de su auto
y yo que nunca supe de autos
lo reconocí por su cara
Intenté durante un tiempo
ser la hija recobrada
clubes cenas personas
tan distinto todo a mí
un traje de lino color verde pastel
me regaló la esposa
(cuestión de combinar)
mi familia nueva también traía
preciosas cabelleras rubias
medio hermanos un poco extranjeros
Pasé algunas pruebas y en un momento
él me ofreció su apellido
su nacionalidad su credo
Recapitulemos: tenía veintipico
me había ido de casa y estaba
tierna como una planta arrasada
por la tormenta pero dije no
Y sin embargo siempre quise agradar
Quiero, o sea, me gustaría
Agradar, sí, ¿a quién?
Aunque a veces me gusto. Hay días, minutos
resulto al menos aceptable
o un verso me suena muy bien
un verso, dos, tres
Difícilmente un poema completo
Ese tiempo que nos vimos seguido, y jugamos a la familia los fines de semana, mi padre me llevó al club, me presentaba ante algunos amigos. También me invitó a su casa para una fiesta, no me acuerdo de qué se festejaba. Tomamos vodka, había caviar y quesos.
Brindé entre desconocidos. Era una pequeña reunión y él hablaba de mí como su hija.
Siempre sentí que existía una grilla invisible aunque inobjetable en la que figuraba con quiénes podía cruzarme:
Joven madrastra, medio hermanos, tío politólogo, sí.
El tío diácono, no. Club, sí.
Amigos de la familia, algunos. Vecinos, sí.
Iglesia, no.
Mis abuelos no, tampoco.
Supongo que habrán muerto, no puedo saberlo. Ni sé sus nombres. En todos los años que estuve en contacto con mi padre no saqué el tema.
Recuerdo una vez, otro de esos desplantes al pasar, me habló de su madre, de lo incómoda que estaría si supiera de nuestros encuentros. ¿Se llamaba Svetlana?
Trato de representarme a una abuela inmigrante rusa. Una mujer que no quiere conocer a su primera nieta.
La historia está llena de agujeros.
¿Cómo completo? En esta saga familiar no existe tal cosa como el sentido común.
Años de terapia me dieron cierta destreza
se falla se rebusca aunque casi nunca cazar al vuelo
esa palabrita escapada clave pista
pisada entre la verdura del bosque
eros tánatos y varios más
la miseria más honda de mi mundito
este dolor de barro vuelto a ver y ver hablando
golpeo a la puerta bajo la lluvia
espero el minuto exacto la obsesión del timbre
un reclamo consensuado: quiero saber, por favor
cómo desde cuándo por qué una y otra vez lo mismo
retorno retroceso, dígame, por qué o aunque sea cómo
quiero saber pero no
no tanto, no demasiado
Y no fue en vano, por este agujero reaparecido
cada vez culpo a mis padres
los culpo y me libro
abandono la respiración al ritmo
de la angustia el descanso
enrollada en mi semicírculo
la autocompasión es caricia
Igual me pregunto para qué corno sirve
saber el origen de la desazón
si en ninguna existencia hay sentido
Eugenia Coiro (Buenos Aires, 1978) Licenciada en Periodismo y correctora literaria, coordina talleres de escritura en Siempre de Viaje-Literatura en progreso y colabora en diversas tareas con Viajera Editorial. Publicó: Souvenir La canción repetida (Ediciones En danza, 2023), Espacio interior (Tren instantáneo, 2021), Parterre de los deseos cumplidos (Viajera, 2020), Fragmentos del fin (Viajera, 2016), Agua o niño que corre (Viajera, 2014), Bengala Hotel (Viajera, 2011) y 374 (De los Cuatro Vientos, 2007).