Literatura
Reseña
diciembre 2024
Mi sentir sobre la serie Netflix “Cien años de soledad”
por Gabriel Eligio Torres García
Hace algunos años, durante una de las tantas reuniones familiares (Rincón Guapo) en la que estuve presente, salió a colación un tema que, para ese entonces, cuando no tenía ni la menor idea de que sería escritor, me resultaba indiferente. Uno de mis tíos comentaba lo que le ocurría con cada nueva lectura de cien años de soledad. “Siempre encuentro cosas nuevas”. Dijo.
Los demás coincidieron en lo mismo y trataron de darle el acostumbrado matiz macondiano a la situación, pero el hermano mayor (Gabriel García Márquez), luego de preguntarles las edades que tenían al momento de cada lectura, los aterrizó a todos con una explicación propia de él: Lo que sucede es que en cada ocasión en que leyeron el libro, se encontraban en momentos diferentes de su vida con puntos de vista distintos.
Uno de los presentes le refutó con una pregunta: ¿Cómo un libro me va a mostrar lo que él quiera?
“No”. Respondió Gabito. Eres tú quien con tu estado de ánimo ves lo que quieres ver, por eso siempre he dicho y lo sostengo que Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo.
Basado en la conversación de aquel día y en mi propia experiencia como investigador de la historia familiar, es que puedo comprender a los lectores de Cien años de soledad que, impulsados por la nostalgia de esa primera lectura, corrieron a ver la transformación de las letras en imágenes y se tropezaron de frente con la desilusión misma, al no hacer coincidir algunos aspectos vistos en la serie con los que su imaginación como lectores les había otorgado.
Aquellos que hemos transitado en reiteradas ocasiones por los caminos de Macondo, no nos cansaremos de sorprendernos en esas nuevas lecturas de la novela, con aquellos elementos que pasaron desapercibidos en lecturas anteriores. Siendo esta una de las tantas facultades enigmáticas que posee el libro y que a su vez abre otras posibilidades de interpretación.
Porque aun en mi séptima incursión a la novela, cuando investigaba la historia familiar para escribir “La casa de los García Márquez” y trataba de encontrar en sus páginas los rencores eternos y la afición por comer tierra de Margarita García Márquez, viviendo en los personajes de Rebeca y Amaranta Buendía; o de reafirmar que José Arcadio y Úrsula Iguarán, al igual que mis bisabuelos, habían sido primos hermanos y se pensaba que tendrían hijos con cola de cerdo, continuaba encontrando elementos dentro de la historia que resultaban ser nuevos para mí.
Entonces, ¿qué esperar de un audiovisual inspirado en un libro verdaderamente complejo?
Para mí, “Cien años de soledad” es como un zapato de talla estándar, con la facultad sin límite de calzar a la medida en el estado de ánimo en que se encuentra el lector mientras recorre Macondo nuevamente, permitiéndole, desde un punto de vista propio y diferente, pero en tiempos distintos, descubrir asombrado durante esa segunda y tercera lectura situaciones que a lo mejor puedan resultar ajenas para él.
De esta manera, pensándolo bien y con los pies en la tierra, todas estas reacciones que suscita la serie de Cien años de soledad, alrededor del mundo, serán válidas desde cada punto de vista individual, teniendo en cuenta que al perturbar con imágenes la belleza infinita que nos regala la imaginación podemos encontrarnos por momentos perdidos dentro de la historia, atrapados entre la realidad y la nostalgia.
Tengo la sospecha creciente de que aquellos quienes se acerquen a Macondo por medio de la serie, sin antes haber incursionado en la majestuosidad de las letras, lograrán sin prejuicios apreciarla en toda su magnificencia al no tener la historia contaminada con los gérmenes de la memoria.
Este proyecto titánico y osado de un grupo de personas que se adentra por los laberintos escabrosos de la imaginación del autor para tratar de hacer posible por medio de imágenes esta nueva lectura es a toda vista una exploración a lo desconocido de una mente brillante sin fronteras, propia de un escritor que, habitando en el mundo mítico de la leyenda, terminó por parecerse a sus propios personajes.
Por lo tanto, siendo válida y justificada la avalancha de comentarios repletos de argumentos, algunos buenos y acertados y otros no tan buenos, donde la perspectiva de cada uno como lector se impone, debemos comprender también la notoria desventaja y la falta de recursos convencionales con que estos aventureros alejandrinos emprendieron una travesía mortal por los caminos empedrados de la memoria. Porque mientras el audiovisual nos encajona dentro de la exactitud impositiva de la imagen, la lectura nos deja a merced de la libertad sin límite que posee la imaginación y nos obsequia el libre albedrío de poder recordar la historia de Macondo, inspirados en las nostalgias de nuestros propios recuerdos.
Gabriel Eligio Torres García: nacido en Cartagena de Indias, Colombia, el 6 de abril de 1966. Es el quinto hijo de Cesar Alfonso Torres y Rita García Márquez. Creció en medio de una familia numerosa donde se transpiraba literatura; sin embargo, su vocación inicial lo inclinó hacia los números. Estudió seis semestres de ingeniería, pero las circunstancias de la vida lo obligaron a desertar. Inició su vida laboral en el mundo financiero de los bancos, donde adquirió todo el conocimiento para convertirse en un contador público no titulado. A principios del año 2000, trasladó su residencia para la ciudad de Miami-Florida y estando allá, en medio de ráfagas de nostalgia por su tierra y su gente, se tropezó de frente con esa literatura que traía inmersa en su sangre. Comenzó escribiendo artículos y notas sobre anécdotas familiares, entre las que se encontraban: Los hijos pródigos de Colombia, Un señor de bigotes vestido de blanco y La leyenda de un niño llamado Gabriel; varios cuentos, como El último vals y Destinos cruzados. Luego de algunos años, decidió reunir todas esas anécdotas familiares y convertirlas en un libro titulado: “La casa de los García Márquez”. En el año 2022 publicó una antología poética en homenaje a la mujer con el título: “Dulces mujeres del portal”. Fue invitado a representar a Colombia en el Congreso Mundial de las Letras en Madrid. En 2024 reinscribió una novela que había perdido hacia casi dos décadas antes, titulada: “Amores marcados por el Destino”. Es una historia de amor y muerte que se desarrolla en la Cartagena del siglo XVI, entre una africana y un español que la había comprado por su peso en oro.