Literatura
Reseña literaria
diciembre 2024
Reseña literaria: el enigmático caso de Felisa Bault y el cuarto pasajero
por Guido Schiappacasse
Sucedió que tenía 17 años de edad y en dos semanas más debería dar la prueba de selección para ingreso a la universidad; y como ocurre la mayoría de las veces, se es tan solo un cachorro cuando una bendita prueba de alternativas está delante de ti a la espera de definir tu futuro. Mis padres añoraban con que ingresase a Medicina, mientras tanto yo soñaba, con delirios adolescentes, con salvar al mundo; ¡y qué mejor que estudiar para ello una carrera sanitaria!
Pero no obtenía buen puntaje en los ensayos en Historia de Chile y no quedaba mucho tiempo para prepararme. Entonces acaeció que, mi abuela materna, doña Julia Ortiz Olivares, dentista de profesión pese a que en esos años era poco frecuente que las mujeres llevasen a buen término carreras universitarias, con amor maternal recogió mi angustia.
Y mientras el tiempo parecía que sádicamente aceleraba su marcha, junto a mi gran madre estudiamos del libro de Santillana la bendita historia de mi país, desde su inicio con sus nobles aborígenes y su espíritu combativo hasta el Pronunciamiento Militar de 1.973, pasando por el Descubrimiento, la Conquista, la Colonia, la Independencia de Chile y los gobiernos republicanos, más los devenires de la crisis económica del salitre de 1.929 y el golpe de estado sufrido por el presidente Balmaceda.
Así, mientras yo me afanaba, me devanaba los sesos y hacía los resúmenes que mi abuelita me daba de tarea, esta octogenaria dama, en el otro rincón de su habitación se entretenía leyendo novelas de misterio, crímenes y detectives de Agatha Christie, su autora preferida.
Pues bien, en honor a mi querida señora Julia, la única persona que me ha amado en mi vida sin ningún interés, hoy exploraremos dentro del género del cuento el subgénero del relato de misterio.
Al respecto, un cuento de misterio gira en torno a un enigma a resolver (generalmente un horrible asesinato o un suicidio) y un detective, un policía u otro personaje debe desenrollar la madeja de lana hasta dar con el cabo que da luz sobre el espeluznante hecho de sangre.
Y qué mejor que para esta labor considerar a Agatha Mary Clarissa Miller (1.890 – 1.976), mejor conocida como Agatha Christie, una escritora y dramaturga de ascendencia británica, considerada una maestra del género policial.
Así, nuestra autora de hoy, en sus primeros años recibió una educación particular y posteriormente prosiguió sus estudios en un instituto parisino. Y llego la primera Gran Guerra y nuestra heroína de las letras, mientras asistía a los heridos en su rol de enfermera, dio a luz a su primera novela, «El misterioso caso de Styles», dando a conocer los primeros pasos de un personaje del que probablemente habrán leído los amantes de los relatos policiales, me refiero al detective Hércules Poirot. 1
Y como su literatura, Agatha en 1.926 desapareció misteriosamente, su coche fue hallado al borde de la carretera, pero ella solo fue encontrada once días después dominada por un extraño caso de amnesia, en un hotel donde se registró con el nombre de la amante de su marido. Un caso médico que intuyo que se trató de una fuga disociativa2, producto de una depresión de base a causa de los embrollos maritales sufridos.
En 1.930 vuelve a contraer nupcias, esta vez con un arqueólogo, acompañándolo durante largas temporadas por Medio Oriente, lo que dio en Agatha como frutos sus novelas «Asesinato en Mesopotamia», «Muerte en el Nilo» y «Cita con la muerte», cuyas tramas incluso han llegado a la pantalla cinematográfica. Es más, producto de su prolífera obra y su éxito bañado de letras escarlatas y entuertos detectivescos, esta autora fue nombrada Comendadora de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II; tan solo unos años antes de fallecer por causas naturales.
Pero, sin lugar a dudas, el legado de Agatha ha sobrevivido, es así como su novela «El asesinato de Roger Ackroyd» fue elegida como la mejor narración del crimen de todos los tiempos por la Asociación de Escritores de Crimen. Es más, junto con William Shakespeare3, es considerada dentro de los escritores más vendidos y de mayor calidad que la isla británica ha sabido entregarle al mundo.
Pues bien, en esta ocasión los invito a acomodarse en vuestro sillón favorito y apostarse a disfrutar del cuento de misterio de Agatha titulado «El cuarto hombre»4.
En este extraño relato el canónico Parfitt, no sin jadear porque su esbelta figura de antaño ha dado paso a muchos kilos demás, logra tomar el tren. No sin dificultad se sienta a resollar en su asiento en el vagón de primera. Allí, junto a él, el connotado abogado Jorge Durand, de sienes ya blanqueándose, y el médico psiquiatra Campbell Clark, de mandíbula cuadrada y pelo anaranjado, también viajan a Newcastle. Estos tres se conocen, son muy connotados en su pueblo, el cuarto hombre sentado en el camarote, en cambio, es un desconocido; una sombra de altura pequeña, de piel tostada, embutida en su abrigo y que parece dormitar.
Los tres primeros entrar en amena conversación mientras el tren inicia su recorrido, el tema del debate es la naturaleza corpórea y espiritual del ser humano; el médico agrega que el hombre es cuerpo, mente y almas. El sacerdote lo mira intrigado. ¿Almas? El salubrista aclara que se refiere a las otras personalidades que se esconden en las habitaciones de la psique; y a modo ejemplo, relata el enigmático caso de Felisa Bault, la que fue aquejada por un trastorno de personalidades múltiples.5
Felisa es dominada por una u otra de sus cuatro personalidades, y cosa aún más curiosa, ninguna personalidad recuerda ni ha oído hablar de las otras. Durante una quincena toma el control Felisa II, que es muy culta, habla y escribe perfectamente el francés, el italiano y hasta el alemán, es más, canta y hace las delicias de los invitados con sus tocatas sentada frente al piano. A veces, unos pocos días, toma el comando Felisa I que es una campesina que apenas habla y menos escribe y tan solo en francés; y de piano y sus teclas saca ruidos peores que los felinos que gustan de pasearse por el teclado. Felisa III suspira con malicia unas pocas horas y es despiada, blasfema y solo sabe proferir improperios de la religión y de los paisanos que la rodean. Dícese de esta pecaminosa, que solo por diversión, inventó a Felisa IV que es piadosa, soñadora y clarividente. Sea como fuese, este caso fue muy bullado y conocido en Francia, porque la pobre desquiciada se ahorcó a sí misma llevándose al cuello sus fuertes manos heredadas de su padre, algo extrañísimo dado que aquello requiere de una fuerza hercúlea y una voluntad férrea para vencer el instinto de autoconservación y así cumplir con su cometido autodestructivo.
Entonces Raúl abrió los ojos con evidente modorra. Al parecer algo escuchó de lo que los otros tres caballeros estaban discutiendo, porque se entrometió en la conversación y aunque no había escuchado nada del caso médico en cuestión, narró que él conoció a Felisa… En el orfelinato, hace muchos años atrás convivió con la susodicha y otra niña, Annette Ravel, de esta última él estaba profundamente encandilado. Felisa venía de un hogar destruido, su alcohólico padre estranguló hasta quitarle el respiro a su madre. Annette también fue abandonada cuando su madre feneció de tuberculosis. Sucedía que Annette envidiaba la maciza contextura de Felisa, siendo ella tan delgada y enfermiza. Por eso le hacía la vida imposible a su compañera, incluso una vez pudo hipnotizarla, merced a haber leído un conocido libro sobre el tema. Así Felisa se encontró a sí misma en medio del patio del orfelinato comiendo una vela que a ella le parecía en su estado hipnótico una exquisita golosina. Pero estas continuas trifulcas se alejaron de los oídos de Raúl; porque este último abandonó el asilo y en trabajar desde pequeño puso su empeño.
Raúl, a los 17 años se reencuentra con Annette, ella es ahora una famosa cantante y pianista, su siempre enamorado la visita en su camarín, pero este encuentro queda solo en eso porque el pretendiente debe irse, su ensoñación tiene un señor que hace las de novio y a la vez de mecenas.
Solo un quinquenio después, Raúl se entera que Annette ha vuelto al hogar para infantes, su carrera está destruida porque ella padece de tos como su madre, enfermedad que entre esputos y resuellos se la termina llevando esa misma temporada. En la casa de recogida este infortunado puede presenciar como Felisa, que aún permanece allí, a veces toca el piano y habla en otros idiomas; y otras veces se comporta como la inculta campesina de siempre y del piano ni conoce ni nada sabe. Es más, esta poco cultivada labriega le cuenta a su amigo que desde que falleció Annette, ahora esta la martiriza desde el otro mundo, oye su voz, pero no con los oídos, sino que dentro de su cabeza. Al poco tiempo, Felisa se suicida utilizando sus propias manos.
Empapados de calofríos están el párroco, el leguleyo y el médico de almas. El cuarto hombre sentencia que la historia de Felisa Bault es la historia de Annette Ravel… El tren desacelera, parece detenerse en alguna estación camino a Newcastle; el clérigo, el abogado y el médico se han quedado solos. El cuarto asiento está vacío…
¡Estupendo cuento de misterio! Es claro el inicio en donde rápidamente se logra el interés del lector (fundamental aquello en el género breve), y si bien la historia es compleja y llena de entuertos y embrollos, es más, el relato se complica con un caso médico de personalidad disociada, tema técnico con el que muchos no están familiarizados, la autora sabe llevar la historia a buen término y cual tobogán de una plaza de variedades, por allí desliza su narración sin inconvenientes.
Ahora bien, esta escritora vivió en carne propia un trastorno psíquico disociativo, afortunadamente pasajero, lo que debió haberla inspirado para presentar esta obra sobre una personalidad fragmentada; y está claro que hubo de prepararse para esta misión, porque no encuentro errores técnico médicos en su descripción, lo cual hubiese quitado veracidad y fuerza a su relato.
Además, en este enigma no es necesario un personaje detectivesco para resolver el misterio del suicidio de Felisa, genial fue la incorporación del personaje de Raúl, el cual con su sentencia final de que solo se puede comprender la vida y muerte de Felisa si se conoce la vida de Annette, en forma indirecta explica el fatal desenlace del personaje de Felisa. Pues, Felisa finalmente desquició y por eso su cerebro y no por sus orejas escuchó la voz de la envidiosa y maliciosa Annette, tortura que la llevó a estrangularse con sus propias manos, propias de una campesina de fuerza mayor de lo habitual por el duro trabajo que significa la cosecha.
¡Y qué decir del desenlace!… El hombre consagrado, el amante mundano de las leyes y el estudioso de la psique se han quedado solos, el cuarto asiento está vacío, en forma magistral impacta el final, no es necesario decir que Raúl se bajó en alguna estación antes del destino final de la locomotora. Un término escrito de forma que sabe dejar huella, incluso da temblores y recoge el espíritu del lector.
Un espíritu con tiritones que yo tenía al enfrentar la prueba de aptitud académica. Pero gracias a las enseñanzas de doña Julia logré subir más de 200 puntos mi rendimiento en la sección de Historia de Chile; y como mis calificaciones y mis logros en las ramas de Lenguaje, Matemáticas y Biología estuvieron a la altura de lo esperado por mis padres, ¡ingresé a la carrera de Medicina! Sin Historia de Chile no hubiese sido posible, mi puntaje ponderado no hubiese alcanzado; pero aquello no ocurrió y así se inició mi propia narración.
Ya Julia Ortiz Olivares no está con nosotros, un cáncer de vesícula se la llevó, pero mucho he de agradecerle, no solo por haberme contenido y ayudado en mis afanes escolares, sino también porque gracias a ella conocí a la autora de nuestro relato; y mucho he disfrutado con esta narración que hoy os presento.
¡Hasta la próxima entrega!
- Hércules Poirot: uno de los personajes más famosos creados por la escritora Agatha Christie, protagonista de numerosas novelas y relatos cortos de esta autora.
- Fuga disociativa: trastorno mental disociativo caracterizado por un episodio en el que un paciente extravía la memoria y termina en un lugar inesperado. Durante este estado, la persona no puede recordar quién es ni ningún detalle sobre su pasado.
- William Shakespeare (1.564 – 1.616): dramaturgo, poeta y actor inglés. Autor de «Romeo y Julieta» y «Hamlet». Se le considera el escritor más importante en lengua anglosajona y uno de los más célebres autores de la literatura universal.
- El cuarto hombre: cuento de misterio de Agatha Christie. Puede encontrársele en Internet en el siguiente enlace: https://ciudadseva.com/texto/el-cuarto-hombre/#google_vignette
- Personalidades múltiples: trastorno de identidad disociativo, cuadro clínico muy poco frecuente. Esta enfermedad psíquica se caracteriza por la existencia de dos o más identidades separadas que controlan el comportamiento del enfermo en forma alternante; cada personalidad no sabe de la existencia de las otras y no puede recordar eventos que ocurren cuando las otras personalidades están activas