Literatura
Poesía
noviembre 2024
Poemas de Andrea Mojica.
Diligencia Judicial
Me preguntan ¿cuántas veces? ¿Cuántos fueron?
como si pudiera arrancarme de la piel esta miseria
para describir con detalle los puestos de la mesa
las franjas azules de la vajilla
el grosor de las botellas que me despedazaron.
Hable bien, diga lo que es, insisten.
Yo
que apenas puedo respirar dolor
me esfuerzo en ordenar las palabras para responder;
el horror ha llenado mi cabeza de lenguas hostiles
y nunca más dirán mi nombre con dulzura.
Es mejor que no se acuerde, aunque igual le van a preguntar,
porque siempre habrá sospecha
cualquier forma de excusar lo que hicieron.
Por si acaso, una letra escarlata arderá en mi frente y el río me susurrará pecadora. A veces
también me lanzarán sus piedras.
Firme acá y se puede ir. La van a llamar, esté pendiente.
Me acomodo como puedo al borde de ese hueco
por el que me iré rompiendo de a pocos.
Así me hallarán quién sabe cuándo,
con suerte inventando una voz,
una vida,
un cuerpo,
unos ojos que me miren dignamente.
Encontrarme en los despojos
y salir andando.
Herencias de mi padre
Guarda mi cuerpo la huella de tu ausencia
hecho que flota mudo en mi memoria,
una película vieja
con escenas oscuras y esquinas con pedazos de cinta.
Un dolor medible me habitó cuando te fuiste
echó raíces, sus ramas crecieron en mis venas.
Con el tiempo se alimentó de mi sol
y fue parte del paisaje.
Me preguntaron un día por tu nombre
que según me dijeron debía perdonar:
podría vaciar mi rabia en una pira
el aire se colmaría de cenizas.
No tuve palabras.
La última vez pusiste monedas en mis manos
volví de la tienda sonriente, ebria de helado:
ya no estabas.
Te llevaste cosas tuyas, cosas nuestras
nos dejaste el vacío y tus papeles.
La sala no volvió a ser la misma.
Nada tengo tuyo
excepto estos nudos,
flores que no abren, semillas de frutos rotos.
El viento de la tarde sacude un eco viejo
que cada tanto tiembla
y temo por mi vida.
Estamos juntos
Henos aquí,
con nuestras felicidades disimétricas,
con la ilusión de que al poner nuestros rostros uno sobre el otro
saldrá una imagen inteligible
y algo hará sentido.
Es nuestra aspiración de triángulo: el equilibrio,
aferrados a las esquinas,
a veces tensando la ley de los ángulos,
abriendo el arco más de lo posible,
tanto que nuestros cuerpos apenas logran ubicarse y rebotar su voz en alguna superficie para ser
encontrados,
para cumplir con tradiciones que nosotros mismos nos hemos impuesto
y reconocernos en las pantallas del celular, así sea solo por el nombre.
“No me ha pasado”;, digo, “no me ha pasado ni creo que me pase”
porque cuando los oigo o los leo,
cuando siento que hablan aunque el sonido no viaje en el aire ni en el circuito electrónico,
algo en las entrañas crepita y dice “fuiste tú” o “es hora”.
No necesito que el sentido circule en no sé qué rizoma para sentir que en ese Triángulo de las
Bermudas en el que vivimos desde hace tantos años hay algo valioso.
Y perdura.
“Estamos juntos en esto”
susurro,
Y me imagino que el viento sopla igual en las tres esquinas que nos unen.
De perfil
A veces no miro con decencia
ni mis palabras son comprensión;
desprecio lo que la envidia acusa despiadada
y me envanezco con las pocas cosas aprendidas de memoria.
Soy generosa y me amarga la injusticia,
cuido de los míos y de mi casa sin negarme el calor del goce
ni la angustia del amor. No sé si soy capaz de asesinato
pero mis manos están manchadas de venganza;
he cerrado los ojos muchas veces
y he omitido otras tantas cuando debí alzar la voz.
No me enorgullece.
“Soy una mujer”, sin ideales que repetir ni promesas atragantadas,
ningún dios me espera,
lejos de mí la Virgen y sus asuntos.
En la soledad de mi elección
el sol llega sin grandes hombres que le hagan sombra,
con el correr de los planetas en su órbita
las quejas del público parecen no contar en nada.
Andrea Mojica. Escritora y psicoanalista nacida en Bogotá, Colombia en 1981. Participante de varios talleres de escritura creativa, ha estado vinculada a varios colectivos literarios en Bogotá y algunos de sus poemas han sido publicados en el libro De susurros a gritos, del colectivo Sumaioque. Estoy interesada en presentar mis poemas al festival porque conozco la trayectoria del evento y quisiera interlocutar con otros compañeros poetas y escritores en este espacio tan diverso y especial. Es la primera vez que me lanzo a participar en una convocatoria de este tipo.