Literatura
Reseña literaria
noviembre 2024
Recitado desde las entrañas de un pueblo muerto
Reseña sobre el cuento Luvina en la voz de Juan Rulfo
por Alan Iriarte
Dentro de esta reseña, el lector encontrará un abordaje del cuento Luvina, de Juan Rulfo. Aunque, no solo en su forma escrita sino también desde el formato en audio que nos dejó el autor, interpretado con su propia voz. Se trata de un registro publicado en la plataforma YouTube, que analizaremos a continuación.
El escritor mejicano, hijo de hacendados pobres, guardó en su mente recuerdos de su pueblo que lo marcaron de niño, con imágenes de soledad y desesperanza que se pueden ver reflejados en sus obras: Pedro Páramo (1955), la novela que lo consagró como escritor; y El llano en llamas (1953), el libro de cuentos donde encontramos Luvina.
Juan Rulfo se dejó influenciar por la fotografía, conformando un estilo que logra en cada frase una imagen impresionante. Donde se combinan lo visual, los impactos emocionales y la mística fantástica.
Pero en esta reseña, como dijimos, nos interesa mencionar el relato propio que hace Rulfo de su cuento. Olvidando por momentos que el autor nos lee, podemos sentarnos a imaginar que se trata de una conversación entre él y nosotros. El narrador nos cuenta a sus interlocutores de cuando una vez viajó a este pueblo perdido, con aquellos ideales y sueños que a veces tienen algunos de cambiar la realidad de los pueblos. Pero volvió con una certeza: esos sueños también se secan, como la tierra de Luvina.
La siguiente cita describe el paisaje que verán (o veremos) los trashumantes que se atreven a entrar a Luvina:
Otra cosa, señor. Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el horizonte está desteñido; nublado siempre por una mancha caliginosa que no se borra nunca. Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde para descansar los ojos; todo envuelto en el calín ceniciento. Usted verá eso: aquellos cerros apagados como si estuvieran muertos y a Luvina en el más alto, coronándolo con su blanco caserío como si fuera una corona de muerto…(min. 3:40).
Si bien el clima de la obra es oscuro, desolado, desesperado, y habla con crudeza de la tristeza y la muerte, el cuento narra un viaje que puede ser introspectivo y metafísico si se quiere, como es trasmitir la visión del mundo de un resignado. En el cuento, el narrador le trasmite su experiencia de vida a un interlocutor que desea emprender el mismo camino, pero sin intentar persuadirlo de no hacerlo.
La voz del propio Rulfo interpretando su relato, permite la existencia de un auditorio que escucha como oyente clandestino y vive una experiencia sensorial que va más allá de una lectura. El escucha vive de manera sinestésica el relato, a través de diversos colores de voz, tonos, silencios, pausas, suspensos, y los murmullos de Rulfo. Este fenómeno auditivo permite enmarcar la otra situación comunicativa: narrador y narratario sentados en la mesa de un bar también en un pueblo perdido, agreste y seco como cualquier otro de América Latina. Esto hace posible que exista un interlocutor que es inventado (para que haya conversación) y logra resumir la polifonía del mundo, que constantemente busca formas distintas de comunicación y trasmisión de historias.
En este caso, la tradición oral (siempre antigua y actual) se vuelve carne del cuento escrito. Desde el principio de los tiempos de la palabra pronunciada, la humanidad se ha reunido alrededor del calor para escuchar las historias de sus antiguos. En la actualidad seguimos manteniendo esa tradición pero el fuego no está en el centro sino a nuestro alrededor, porque Rulfo logra “quemarnos” con sus palabras y trasmitirnos el calor de Comala, Luvina o cualquier pueblo Latinoamericano.
Desde una clarividencia verbal suprema, Rulfo no solo deja una obra escrita digna de ser leída, sino que como segundo acto literario, nos deja su propia lectura del cuento. Y esto permite al lector inquieto acceder a una nueva música, que contiene una atmósfera perfecta. Con una fluidez que profundiza y una entonación que afina con cada palabra.
La voz del autor es dura y decisiva, y más que leer, sentencia cada frase. Da la sensación de que nos advierte que ante circunstancias del camino, irremediablemente todos viajamos hacia Luvina o nos vamos a encontrar con Luvina, y vamos a tener que enfrentarnos a la soledad, a la desesperanza y también a la injusticia y el olvido. Porque Luvina es eso: un pueblo olvidado por dios.
Es por eso que Rulfo nos relata, desde lo más hondo de sus recuerdos, imágenes crudas y desoladas. Que con su voz trepa las cuestas del cerro más alto, y respira el aire negro que corre con los vientos de Luvina. Y esa misma voz se enternece, aunque parezca difícil notarlo, pero esa ternura es efímera y espontánea, permaneciendo a fuerza de voluntad hasta el final.
A medida que cuenta su historia y bebe cerveza caliente, la voz de Rulfo se emborracha. Cada palabra se convierte en un desahogo arrastrado, entorpecido, que busca terminar de detallar la identidad de los pueblerinos de Luvina, que no quieren irse para no dejar solos a sus muertos.
Así lo vacila el narrador para agotar toda oportunidad de luz que pueda pretender el narratario:
Y allá siguen. Usted los verá ahora que vaya. Mascando bagazos de mezquite seco y tragándose su propia saliva para engañar el hambre. Los mirará pasar como sombras, repegados al muro de las casas, casi arrastrados por el viento.
-¿No oyen ese viento? -les acabé por decir-. Él acabará con ustedes.
-Dura lo que debe de durar. Es el mandato de Dios -me contestaron. (min. 20:49).
Y como haciendo caso a ese mandato, el narrador, que es a su vez interlocutor de su propia vivencia, se va quedando dormido en sintonía con la voz de Rulfo. Que como siempre sentencia muertes, anunciando el destino funesto de todos sus personajes. Esa voz que se hace arrullo, entorpecido y embriagado, se va extinguiendo … hasta convertirse en el sueño del que escucha.
Bibliografía:
Rulfo, J. (2016) El llano en llamas. Buenos Aires. Eterna cadencia.
Rulfo, J. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=b3kNV_PkjHE