Literatura
Narrativa
octubre 2024
EL SISTEMA
por Pamplinus Vagabunderberg
—¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando con nosotros, señor Van Brocolli?
—Apenas tres meses, licenciado.
—Ya veo.
—Espero que estén contentos con mi desempeño. Todavía estoy adaptándome a…
—Quizás sea allí donde está el problema.
—¿Problema? ¿Cuál problema?
—¿Está usted claro sobre el reglamento de trabajo?
—Por supuesto. ¿Por qué lo dice?
—Fíjese. Revisando su expediente, encontramos que marca su tarjeta de entrada a las seis y cuarenta de la mañana.
—Sí.
—Pero, su hora de entrada es a las siete; no a las seis y cuarenta.
—No me gusta estar apurado, licenciado. Prefiero llegar un poco de antes, ir al baño, tomar agua y arreglar el puesto, para empezar a trabajar a las siete en punto. Así aprovecho la mañana.
—Aquí también dice que se le ve trabajando entre las siete y las doce del mediodía.
—Sí. Le pongo mi mayor empeño.
—Y sale a su hora de almuerzo a las doce y un minuto.
—Sí. Almuerzo de doce del mediodía a dos de la tarde. Ese es mi horario.
—Pero, regresa a su puesto a la una y cuarenta y cinco de la tarde; nunca después de las dos.
—Prefiero aprovechar el tiempo.
—¿Y su hora de salida?
—A las seis de la tarde.
—¿Y por qué su tarjeta marca las ocho de la noche?
—Es que a veces me atrapa la pasión por el trabajo y se me pasa el tiempo. Espero que no se mal entienda; no estoy esperando que me pague horas extras.
—Si no fuese un hombre de buen corazón, lo echaría a patadas.
—¿Cómo dice?
—No sea cínico, Van Brocolli. ¿Cree que no sé lo que pretende?
—Yo no pretendo….
—¡Pero no se lo permitiremos! Eso se lo aseguro.
—Me confunde…
—¿Llegar temprano? ¿Trabajar en horario laboral? ¿Quedarse en la oficina después de la hora de salida? ¡¿Pensaba que nunca nos íbamos a dar cuenta?! Tienes suerte de estar sentado allí. Por menos de eso despedí al que ocupaba su puesto y he dado tantas malas referencias sobre su desempeño, que nunca volverá a conseguir otro empleo. ¡Jamás!
—¡¿Me va usted a despedir?!
—¡Debería, Van Brocolli! ¡Debería!
—¡Por favor, no lo haga! Tengo una familia que mantener.
—¿Por qué no lo pensó antes de hacerlo?
—¡¿Pero, hacer qué?!
—¡Dejé de disimular!
—…
—…
—Déjeme ver si entiendo, licenciado. ¿Usted quiere que llegue tarde? ¿Que no trabaje en mi horario? ¿Y que me vaya justo a la hora de salida?
—¡Antes de su hora de salida!
—…
—…
—Pero, licenciado…
—¡Pero, nada! ¡O se adapta, o se va!
—…
—…
—Licenciado, ¿no le parece ilógico que…?
—Siempre ha sido así. ¡Desde la mismísima revolución industrial! No va a venir usted ahora a subvertir el orden.
—¿Subvertir el…?
—Retírese de mi vista, Van Brocolli, antes de que cambie de parecer y le informe a todas las empresas del país sobre su comportamiento revoltoso.
—…
—…
—Está bien, me adaptaré.
—¿Seguro? ¿Cuento con usted?
—Cuenta conmigo.
—¿A qué hora es su entrada?
—A las siete.
—¿Y a qué hora va a llegar?
—¿A las siete y uno? ¿Siete y dos?
—¡Pasadas las siete y treinta!
—Como usted diga, licenciado.
—¿A qué hora va a almorzar?
—A las once y cuarenta y cinco.
—¡Muy bien! Ya nos estamos entendiendo.
—¿Y durante mi horario de trabajo?
—Distraigase. Charle con sus compañeros, demórese en el baño o tomando agua, duerma escondido. Lo que quiera, menos trabajar. Y manténgase así hasta su hora de salida, ¿que es a las…?
—¿Cinco y treinta?
—¡Tiene usted facilidad para aprender! Siga así y pronto ocupará usted mi puesto, con aumento de salario y todos los honores.
—¡¿De verdad?!
—¿Cómo cree que llegué a ser jefe de recursos humanos?
—Pensaba que…
—Pensó mal. ¿Entonces?, ¿nos vemos el lunes?
—El lunes me voy a enfermar. Estaré de licencia médica. Nos vemos el jueves.
—¡Magnífico, Van Brocolli! ¡Magnífico! Tiene usted futuro. Nos vemos el jueves.
PAMPLINUS VAGABUNDERBERG. Nació en San Saleperro del Norte en E=mc². Doctor en chismología termonuclear y Magíster en epistemología del ronquido de la Sparragow Metropolitan College. Coleccionista de mentiras, submarinista de banalidades, domador de bigotes, sobreviviente de subsidios estatales de cultura, escritor autosustentable y correptor hortográfico. Sus pirotecnias pseudoliterarias han sido publicadas en importantes revistas electrónicas como “The New Chuleta Review”, “Chubasco literario” y “La bicicleta despeinada”. No confía en una empanada que no chorree aceite ni en los números impares que al sumarlos den uno par. Para insultos: simescribestescribo@gmail.com