Literatura
Narrativa
octubre 2024
El mito de la estatua del lenguaje
por Procoro López Huerta
Hace muchísimo tiempo, cuando el hombre aún no conocía el lenguaje, sucedió al increíble. Una comunidad que viajaba por el mundo tratando de vencer a la naturaleza y a lo salvaje del entorno, encontró en cierta ocasión una cueva que desde el principio despertó gran interés. Sin embargo, la mitad del grupo decidió que no era conveniente adentrarse en el lugar, pues podían correr peligro ante lo desconocido. Pero la otra mitad opinaba lo contrario, por lo que se dividieron en dos grupos. Unos siguieron su camino y otros entraron a la cueva. Pronto se dieron cuenta que la cueva tenía mucha profundidad, de manera que tardaron horas en recorrerla. Finalmente llegaron frente a la estatua de una mujer con alas de águila. Lo sorprendente ocurrió cuando la estatua se comunicó por medio de la voz, les enseñó por primera vez que era el lenguaje en la práctica. Muchos se quedaron asombrados, aunque en verdad no conocían los mensajes de la mujer de piedra. La estatua decidió enseñarles el lenguaje, para que de esta manera le entendieran y pudieran entenderse entre ellos con mayor claridad. Dentro de las muchas lecciones que tuvieron, hubo una que cambió el entendimiento de la comunidad de manera profunda. Les explicó qué era un diptongo, un triptongo o hiato. Pero antes les enseñó a dividir las palabras en sílabas, poniendo como ejemplo las siguientes expresiones: com-pu-ta-do-ra, es-pa-ñol, a-néc-do-ta y dí-ga-se-lo. Hizo énfasis en la actividad de saber separar los diferentes términos en sílabas. Después comentó que algo muy importante consistía en saber cuáles eran las vocales fuertes y cuáles eran las vocales débiles. Indicó que la vocales fuertes eran tres: a, e, o; y las débiles: i, u. Tener esto en mente tendría un impacto positivo en lo que les explicaría después. Compartió que el diptongo se da cuando tenemos una vocal fuerte y una vocal débil, o dos vocales débiles en la misma sílaba, como por ejemplo: pien-sa, rei-no, pues-to. Las tres tienen una vocal débil y una fuerte en la misma sílaba, por lo que son un diptongo. La estatua pasó a otro tipo de palabra, es decir, al triptongo. Señaló que el triptongo se da cuando hay una vocal débil más una vocal fuerte más una vocal débil, como en los casos de: guau, miau. En los dos casos se da la combinación de estas vocales y se presentan en el orden establecido para que sean triptongos, a diferencia del diptongo, que requiere de ciertas vocales en la misma sílaba, pero no de un orden de aparición establecido, puede estar primero la vocal débil o la vocal fuerte, no influye para que sea o no sea un diptongo. Después de pasar por estos dos elementos, llegó a la parte del hiato y comunicó que este se da cuando hay dos vocales fuertes juntas pero en distinta sílaba. Palabras como: ca-os, mu-se-o y po-e-ma son buenos ejemplos de palabras que son hiatos. Finalmente les compartió que existía otra manera de conseguir el hiato, como cuando hay una una vocal débil y una vocal fuerte, pero la vocal débil se escucha más fuerte que la que de manera natural consideramos como la más fuerte, es en esta situación cuando la vocal débil recibe tilde, esto lo podemos ver en las siguientes palabras: grú-a, ba-úl, ca-í-da. La estatua enseñó estos aspectos y muchos más a la comunidad. Un día la comunidad salió de nuevo al mundo llevando el lenguaje a todas partes y creando civilización. Después de mucho años, con el hombre consolidado en la tierra de manera más civilizada, los nietos y herederos de esta comunidad decidieron buscar la cueva de la que les habían hablado sus familiares. Pudieron encontrarla, pero en su interior no había ninguna estatua, no pudieron dar con ella. Se sintieron sorprendidos por la historia que habían recibido y por la falta del personaje que les transmitió el lenguaje, fue por eso que nació el mito de la estatua del lenguaje, el cual paso de generación en generación hasta nuestros días.