Literatura
Reseña
octubre 2023
Reseña literaria: escuchando la voz del maestro
por Guido Schiappacasse
En esta oportunidad quisiese recomendarles algunos de los mejores cuentos y cuentistas que he tenido la oportunidad de leer… Pero, ¡he de pedirles un poco de paciencia!, primero enmarquemos nuestro asunto dentro de una definición.
Un cuento (del latín compŭtus, o sea, cuenta) es una breve narración que se basa en hechos reales y/o ficticios, de este género dícese arbitrariamente que tiene una extensión entre 1.000 y 20.000 palabras, cuenta con una trama protagonizada por un grupo reducido de personajes, tiene un argumento relativamente sencillo, ahorra en recursos literarios banales y posee un único clímax (en términos generales).
Es más, para Julio Cortázar 1, «el cuento es como el boxeo, gana por knock out, mientras que la novela gana por puntos; el primero recrea situaciones, la segunda devela mundos y personajes explorando sus psicologías y caracteres».
Ahora bien, para un escritor en ciernes es muy importante iniciar su carrera comunicando su trabajo; y, he allí la función de las revistas literarias, que por su formato son ideales para publicar cuentos y demás relatos breves. De hecho, estas narraciones cortas son perfectas para el consumo del lector posmoderno, el cual siempre está fluyendo en un estado de cambio permanente y en constante búsqueda de la novedad, siempre y cuando la asimilación de esta no le quite mucho tiempo.
Pero, no caigamos en la falacia de que es fácil dominar el arte de escribir un cuento porque es un relato de corta extensión. De hecho, René Guy de Maupassant 2, considera al cuento un arte de mayor complejidad en su ejecución que la novela.
Pues bien, mejor hagamos un sabio viraje en el objetivo de esta entrega… Estimados lectores y escritores, os invito a sentarse en las butacas del aula y dejar que un verdadero profesor ilustre el arte de escribir un cuento… Y es claro que el encargado de enseñarles a escribir un cuento no seré yo, muy lejos aún estoy de dar el ancho para esta monumental misión, mejor me callaré y me acomodaré junto a ustedes dejando que don Horacio Quiroga 3, el maestro del cuento latinoamericano, nos dé la lección.
Para ello analizaremos, desmenuzaremos y deconstruiremos la publicación de Quiroga de 1.927, impresa por la revista Babel de Buenos Aires, Argentina. Con ustedes, sin más demora:
Decálogo del perfecto cuentista
1) «Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo».
Aquí, don Horacio nos invita a leer a los autores clásicos, tal vez hasta que se nos empañen los cristalinos, porque solo así llegaremos a ser unos excelsos cuentistas. Al respecto, ha de saberse que solamente un gran escritor puede superar las eras y no ser olvidado, pero para ello con sus letras deberá tocar las imágenes psíquicas primigenias (o arquetípicas) del lector, contenidas en lo más profundo del inconsciente de todo ser humano.
2) «Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo».
Pues claro, el arte y la felicidad se encuentran en el camino y no en la meta, tal como pregonan las filosofías milenarias nacidas en el Lejano Oriente… Y el sendero consiste en escribir sin descanso… Solo si abordamos la hoja de papel en blanco, una y otra vez, veremos que primero la repletaremos de garabatos; pero con el paso de las estaciones, colmaremos a este pliego de significantes palabras y estrofas.
3) «Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia».
El aprendizaje es paciente porque debe recorrer el sendero ya visitado por otros, pero con nuestro propio sentir, vivenciar y experimentar, únicos e intransferibles. Así, el cuentista original vuelve al origen, vale decir, lee en su recorrido al autor tradicional, porque solo así puede darle un valor propio a su arte.
4) «Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón».
La práctica hace al maestro, pero para no desistir en el intento, se necesita la pasión, entendida como dedicación, gozo y amor a la escritura.
5) «No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas».
Un buen cuento tiene una estructura, digamos que circular, porque la introducción de este debe atrapar al lector, llevándolo a través de las vicisitudes del nudo dramático al desenlace, el cual debe permitir el perfecto cierre de la historia, sin dejar cabos sueltos.
6) «Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes».
Tenemos pocas páginas para contar un cuento, no nos preocupemos de la fonética o el estilo, mejor seamos precisos en nuestras descripciones, sin desviarnos por caminos secundarios.
7) «No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo».
Aprendamos a podar… No caractericemos (o adjetivemos) innecesariamente al sustantivo, no lo delimitemos en forma excesiva; y si es posible y mucha es la práctica en el arte de la escritura, luego sorprenderemos al lector con el adjetivo idóneo.
8) «Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea».
Aquí, Horacio Quiroga nos recuerda que un cuento es una sola unidad de efecto, porque conmueve al lector de un solo martillazo. Por ende, no distraigamos innecesariamente al lector o intentemos explicar en demasía, mejor concentrémonos en hacer de nuestro relato una cajita musical de melodía perfecta.
9) «No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino».
Un cuento debe ser pensado para, de un instante a otro, emocionar al lector. Por ello, al escribir bajemos las revoluciones de nuestras propias sensaciones, pensemos esta narración con frialdad, para luego conseguir en el lector que este relato explote en centelleantes y coloridas emociones.
10) «No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento».
Escribimos solo para nosotros mismos, para exorcizar nuestros propios demonios… Solo así un cuento es verdadero, y por ello y por casi nada más, conmoverá al lector.
En resumen, Horacio Quiroga no ofrece brebajes mágicos para aprender a escribir un buen cuento, porque aquellos en verdad no existen. En este arte solo será eximio el que haya leído a los clásicos hasta el cansancio; y aquello lo combine con una práctica de la escritura como si no hubiese un mañana.
Pero, antes de despedirnos, los invito a vislumbrar el futuro. En 100 años más el cambio climático se hará patente, con una atmósfera contaminada que no permitirá dejar pasar la radiación solar, encaminándonos a una nueva era glacial. La sucia atmósfera y el frío ártico injuriarán más que nunca a los pulmones de los niños con afecciones bronquiales…. ¿Lo ven? Una madre cuida de su niño asmático resfriado. Esta mujer, con esmero y amor, logra bajar la fiebre de su pequeño hijo. El infante ahora respira un poco mejor, la tos cede, pero todavía está algo inquieto y no puede dormir… Entonces, ella, para que su retoño pueda distraerse; y más tarde, logre conciliar un sueño feliz, le lee un cuento de un libro que sacó de un cajón del velador. Este relato fue llevado al papel hace un siglo… Una narración que logra su cometido… ¡Y fue escrita por ti!…
Pero, para que esta visión se haga realidad, nunca olvidemos la lección que hoy nos dio don Horacio Quiroga.
- Julio Cortázar (1.914-1.984): escritor, profesor y traductor argentino. Considerado un maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, siendo uno de los mayores exponentes del boom latinoamericano.
- (1.850-1.893): escritor y poeta francés. Considerado un excelso cuentista de corriente naturalista, documentando en su obra la realidad tanto en sus aspectos más sublimes como vulgares.
- (1.878-1.937): cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Considerado uno de los maestros del cuento latinoamericano. Destacó por su prosa vívida, de corte naturalista y modernista, describiendo en sus relatos muy a menudo una naturaleza temible, como si fuese una enemiga del quehacer humano.