Literatura
Reseña
septiembre 2023
Dios o el asesino, la poesía es el cristal que mira
por María Negro
No nos importan de qué misterios está hecha la trama que revela, en la poesía, lo que no habíamos visto. Sabemos, si ese verbo puede usarse, que es ante esos ojos descomunales y considerados, piadosos y descarnados, que alcanzamos la visión, la que está por encima del sentido de la vista, la que nos permite comprender o nos desarma la comprensión.
Fabio Delgado lo sabe.
Para nombrar al mundo, a Dios, a la muerte, a la desesperación, a la guerra, al alma humana; Fabio Delgado se detiene en Suacha, un pueblo muisca invadido por los impiadosos devenires históricos de esta tierra, de estas sobras de Paraíso que han dejado a Latinoamérica “de cara a un sol que no los alumbra”.
El pueblo como caleidoscópico grano de arena, que contiene lo preciso y necesario para pintar el mundo que es la aldea, y viceversa. Allí se detiene Fabio Delgado y señala, lacerante, la sangre que está tan a la vista que parece oculta. “Acá madrugan las mujeres a dejar sus hijos/al cuidado de la soledad,/porque se puede sufrir de abandono/pero no de hambre”.
La decisión cotidiana de seguir aunque se preserve un dolor inevitable, la valiente concepción de erguirse que se mantiene en los cuerpos que batallan contra el hambre, no pasa desapercibido para el poeta ni para la poesía. La resistencia de la belleza en la barbarie tiene un misterio fascinante y encuentra en las imágenes del libro una complicidad aliada para acercarnos no solo un paisaje sino un espíritu, algo más íntimo con su pueblo, con sus visiones.
Suacha, los cuerpos, la noche y el mismo dolor mantienen la duplicidad de constituirse como trinchera y campo de batalla: “No apreciar como todos los días/estas gentes/levantan sus grandes alas/para volar sus cortos infinitos”. Nuevamente la oscuridad es la lámpara que nos permite ver la luz, dice el poeta. Sin observar el dolor y la desolación, esta batalla del vuelo, breve e infinito, no brillaría tanto.
Dios o el asesino nos regala la posibilidad poética de transitar tiempo y espacio (“Estas esquinas/ocultan la vieja infancia de Dios”) sin milagros ni plegarias, tomando en las manos la herramienta reveladora, haciendo uso de ella, un vaso de agua es la poesía haciendo lo suyo.
Nuestro animal con sed va hacia ella.
Dios o el asesino
Fabio Delgado
Quillango editores (Colombia – 2023)