Literatura
Poesía
julio 2023
DOS POEMAS DE SEBASTIÁN ALARCÓN
Hasta la ceremonia
Es lo que más quisiera verter,
una ananké mojada,
tántrica,
como lenta hemorragia sobre las piedras
cargadas de sol de mediodía,
de visitas de huelgas de escenas
tomando las prioridades de la soberbia
entre el pie y el mundo,
y aún como el sacrificio
en el altar
que fuera eso, poco más que hacerse
para el aire un síntoma oportuno,
una hebra distendida,
un vilano de diente de león
comprometido con ser sueño a cumplir
al último de la risa,
larga esperanza hasta la ceremonia
de lluvia y tierra y canto
con pétalos fresquísimos en la rosa,
eso, hacerse para él,
lumen vasto
agazapado
con las manos en las cuerdas
tirantes hacia
donde se dirá el afuera
para entonces sin la boca,
con el límite insurrecto,
marca, paso y ritmo
despejado del ambiente
del brazo y la mano y la dicción
a sus verbos antes del punto
y el fijo estrago de la carencia larga del signo,
una permanencia, un sentirse hecho
sin posibilidad de crimen ni contraparte.
Una ananké de viernes o miércoles
en la mesita donde se pida dos botellas de cervezas
y el remojo de sus ansias me haga
la razón
de hacer estúpida la manera del intento
de otra cosa entre el julio y el julio
y la pila de escoria que se hace sin remedio.
Zanja Boroa
El trascurso de verano
asciende a la oscuridad entregada
al leve espacio entre Sirius y Murzam,
la cabeza inclinada apenas a su resplandor
y a esa inmortalidad que acabará con
cada uno, se grite lo que se grite.
Una sabiduría que abarca desde el dominio
de la crueldad hasta el pliegue
inmisericorde del delirio,
con las letras y el pasar de páginas
creyendo que ayuda subrayar
la frasecita, el verso agusanado y el pus.
La cúpula plagada, la cerveza en la mano,
la fogata de cerca, ese es el contexto.
Las otras formas de la perfección
sienten la vergüenza de los siglos
como gangrena en las extremidades.
La belleza vulgar, entorpecida, dada a la fuerza
por la herencia,
no significa nada,
no es de ellos, no tienen mérito propio
más que hacerse lugar en una circunferencia y
“felicitaciones eres como otro” y aplausos
y la mano al pellejo iluminado del animal
que se escoge con ceremonia.
Sin embargo, vienen también
las viruelas de lo ausente,
la estridulación de los grillos que
infectan la zona,
el rocío que cae en el cabello, en las manos
rojas de palpar el calor, el intento,
ese ruido tibio de las hojas a la planta
desnuda del pie,
y el entrecortado diálogo de todos los huesos
en la zanja que da honor a esta muesca.
Quizá se debió haber hecho mármol sobre el gesto,
pero era necesario que todo brillara
incluso después
con la lejanía entre las venas,
y la memoria aún dada a volver
a las avispas, a la manzana y la quietud
cara a la cúpula.
Sebastián Alarcón Chávez. Chile, 2000. Estudiante de Pedagogía en Español en la Universidad de Concepción, actualmente último año. Ha sido seleccionado como mención honrosa por la SECH en un concurso de poesía. Publicó un microrrelato en Escritores Jóvenes, segunda antología digital (2022) y poesía en la antología al Primer Premio Gabriela Mistral (2022) organizado por la editorial J. Bernavil.