Literatura
Narrativa
mayo 2023
La mordida célebre
por Gustavo Andrés Leyton Herrera
El cabo Veloso acarició la cabeza de Ron y miró a las sesenta mil personas que coreaban el himno de Colo-Colo en el Monumental. Veloso, ubicado en la orilla de la cancha, al igual que el resto de sus colegas a cargo de la VII división canina, observó cómo las tribunas se copaban de hinchas, muy abrigados en aquella noche del veintidós de mayo. Ron –pastor alemán de cinco años– movía la cola con inquietud, justo cuando los altavoces anunciaron el ingreso al césped de los titulares de Colo-Colo y Boca Juniors.
La entrada de los jugadores fue acompañada del griterío del respetable, el estruendo de las bengalas y la caída de serpentina blanca que cubrió gran parte del césped. El cabo Veloso notó que los xeneixes se distribuían por el campo sin inmutarse con los cánticos de la multitud. También escuchó como el gringo Jozić alentaba a los titulares desde la banca y cómo el maestro Tabárez arengaba a sus suplentes y echaba a unos periodistas.
No sólo había periodistas en la cercanía de las bancas: Veloso descubrió fotógrafos, camarógrafos, veedores e incluso, hinchas albos. Decidió acercarse a un par de reporteros para advertirles que no podían estar cerca de los técnicos, pero no le hicieron caso. Observó los rostros tensos de sus compañeros, sobrepasados por el gran marco de público. Respiró profundo, frotó el lomo de Ron y escuchó el silbato del árbitro Marsiglia. Así comenzaba el primer tiempo.
En el inicio del primer tiempo, el cabo Veloso vigiló el comportamiento de los asistentes en las tribunas. La gente aplaudía, agitaba las banderitas blancas con el escudo del Cacique y gritaba en cada incursión ofensiva de Colo-Colo. En vista del comportamiento de la hinchada, Veloso prefirió observar lo que sucedía en la cancha. Se fijó que el loro Morón daba instrucciones a Garrido, Margas y Pizarro, quienes se mostraban bien sólidos ante las acometidas de Batistuta, Graciani y Latorre.
En el mediocampo, El cabo se fijó en el duelo –muy igualado– de Rubén Espinoza y Cheíto Ramírez con Giunta y Soñora. En las inmediaciones del área boquense, Barticiotto, Pereque Martínez, Pato Yañez y Coca Mendoza urdían jugadas de peligro, bien interceptadas por los defensas bosteros Simón y Marchesini. En el arco xeneixe, el Mono Navarro Montoya se enojaba con los pasapelotas y con cada falta pitada por Marsiglia a favor de los albos.
El juez pitó el fin de una primera mitad que pasó muy rápida, de acuerdo a lo que Veloso escuchó de los periodistas situados en los alrededores. A pesar de la fría temperatura, la gente charlaba con animación. El cabo se abotonó la chaqueta verde, frotó sus manos con fruición y rascó el cuello peludo de Ron, quien olfateaba el olor a cigarro en el Monumental.
Después de los quince minutos de descanso, los protagonistas regresaron al césped, envueltos entre aplausos para los albos, pifias para los bosteros y una profusión de flashes fotográficos. Cuando los jugadores se dispusieron en sus ubicaciones, Marsiglia hizo sonar el silbato para el comienzo de la segunda mitad del duelo.
El cabo Veloso prefirió dejar del todo la vigilancia de las tribunas y contempló el lance, bien manejado por los jugadores colocolinos. En la orilla del gramado, Tabárez aleccionaba a los defensores de Boca, quienes comenzaban a verse nerviosos en cada embate del Cacique. En el momento en que el gringo Jozić se paraba de la banca para repartir instrucciones, Pereque Martínez conectó un pase de Barticciotto, adelantándose a Navarro Montoya. Era el primer gol de Colo-Colo.
Con el primer gol, fotógrafos e hinchas entraron a la cancha para abrazar a los jugadores albos. Veloso y sus colegas actuaron al instante y sacaron a los intrusos con prontitud. De vuelta al borde del césped, el cabo le ordenó a Ron que fuera más intimidante, pero el ovejero sólo le devolvió una mirada amistosa. Escuchó las puteadas de Tabárez, enojado con el desempeño de sus jugadores. En esas circunstancias, el pato Yáñez se lanzó por la izquierda y lanzó un centro preciso que Barticiotto definió con la derecha. El cabo Veloso percibió que con el gol del Barti, todo Santiago pareció temblar.
Una vez más, entró mucha gente al césped, que además de abrazar a los jugadores albos, insultaron a los xeneixes. El asunto no llegó a mayores gracias a la intervención de Veloso y el resto de los carabineros. El partido volvió a reanudarse y, en una de las escasas incursiones ofensivas del equipo argentino, Diego Latorre descontó por medio de un cabezazo. Latorre gritó el gol al Chano Garrido y a los hinchas del estadio. En aquel momento, Ron comenzó a ladrar, por lo que Veloso le ordenó que se callara.
Mientras sostenía la cuerda del pastor alemán, escuchó como el gringo Jozić alentaba a sus jugadores, los que reaccionaron a través de una jugada hilvanada en el mediocampo. Pereque Martínez se quitó la marca boquense y frente al Mono Navarro Montoya, picó el balón. Era el tercer gol para el Cacique. Mientras el Monumental explotaba y decenas de personas entraban a la cancha, los xeneixes protestaban un supuesto offside en el tanto albo.
Los fotógrafos e hinchas volvieron a la cancha para celebrar con los jugadores. Veloso ingresó al césped con Ron y observó cómo se iniciaba la reyerta entre los boquenses y los gráficos. Batistuta, Giunta y Navarro Montoya pegaban a todos lo que se cruzasen por delante. En medio de la trifulca, Veloso observó cómo el Mono Navarro Montoya, con una mirada rabiosa, pasaba frente a él. Casi no pudo reaccionar cuando Ron tiró de la cuerda y se abalanzó al arquero de Boca.
Ron mordió el glúteo derecho del Mono Burgos, quien gritó de dolor y escapó del ovejero como pudo. Boquiabierto, el cabo Veloso observó al perro. Ron sacó la lengua, satisfecho. Veloso carcajeó y levantó la vista. En las tribunas, la hinchada celebraba el paso de los albos a la final de la Libertadores.
Gustavo Andrés Leyton Herrera (Chillán, Chile. 3 de mayo de 1986) posee estudios de Licenciatura en Historia y Periodismo en la Universidad de Concepción. Ha publicado artículos en revistas especializadas de Chile, México, Argentina y España. Algunos de sus reconocimientos son: Primer lugar, Concurso “Andalucía en el siglo XXII” del Centro Cultural Andaluz (Viña del Mar. Abril de 2015); Finalista, I Certamen Mundial Excelencia Literaria MP Literary Edition (Seattle, Estados Unidos. Junio de 2015); Tercer Lugar, Concurso Literario “Una región con cuento”, Cámara Chilena de la Construcción (CCHC) (Rancagua. Noviembre de 2015); Mención Honrosa, “IV Concurso Microcuentos “Lebu en pocas palabras” (Lebu. Febrero de 2016); Mención Honrosa, Concurso “Relatos Populares II” (Santiago. Marzo de 2016); Tercer lugar, Región de O’Higgins, Concurso “Historias de Nuestra Tierra”, Ministerio de Agricultura. (Santiago. Diciembre de 2016). Guion preseleccionado, Concurso de guiones “Carboneras Literaria” (Almería, España. Mayo de 2017); Tercer Lugar, Concurso Literario de la Memoria, (Temuco. Junio de 2017); Primer lugar, Certamen de Microrrelatos (Toledo, España. Julio de 2017). En el primer semestre de 2016, asistió al taller de creación literaria impartido por la Pontificia Universidad Católica de Chile. En mayo de 2017 publicó su primera obra, “Relatos de un artista recóndito” (Editorial de Los Cuatro Vientos), presentada en la 43°Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En febrero de 2020 publicó su segunda obra, “Lejos del Ruido” (Editorial Carena) en Barcelona, España. En 2023, publicará su primer libro de poesía, “La danza mágica de mythos y logos”.