Literatura
Narrativa
mayo 2023
Retrato de un artista adolescente malogrado, cuento de Alejandro Suárez
Allá en otros tiempos (y muy buenos tiempos que eran), mi amigo Martín Prusaezky era conocido por su precoz y abultada lista de mujeres ensartadas, por dibujar y pegar en las paredes del colegio historietas para ridiculizar a sus maestros y por tener una afición algo excéntrica para su edad: la poesía. Todos lo mirábamos como si fuera la gran esperanza de mi generación, aunque a él, toda la mística que le rodeaba lo tenía sin cuidado y prefería pasar sus días dedicado a vivir el presente y sobre todo a disfrutarlo.
Una vez, en un intento por llevar a la cama a una muchacha y disfrazando sus oscuras intenciones de encendida pasión kafkiana, escribió y publicó en su periódico preferido, las paredes del colegio, estos versos desesperados:
María no me entiende cuando digo castillo,
en su pobre imaginación de adolescente
los castillos son sólo de piedras.
Se delata ingenua cuando afirma
que ninguna puerta guarda un tesoro
como para esperar ante ella eternamente
– como si sus labios no valieran la pena esa espera –
y piensa que exagero cuando juro que algún día,
si no obtengo de ella lo que quiero,
amaneceré convertido en cucaracha.
Hoy, veinte años después de aquel episodio, le hice la visita a mi amigo Martín. Vive con María en una pequeña casa en las afueras que tiene un hermoso jardín donde crecen rosas, jazmines y buganvillas. Entre tragos de amareto, con exceso de brillo en sus ojos y sosteniendo en sus manos el original de la poesía que yo guardé celosamente durante todos estos años, me confesó que no podía evitar sentir un ataque feroz de añoranza al recordar aquellos tiempos. “Es normal, y en resumidas cuentas cada etapa tiene su encanto”, me dijo a modo de consuelo mientras se soplaba los mocos con un kleenex. Luego comenzó a filosofar. “Antes yo solía comparar el amor con un tronar de tambores, ahora me parece más bien un sostenido solo de violín. Mi vida – y esto es una impresión muy subjetiva – se ha hecho más lenta, calmada. ¿Pero no se disfruta mejor del paisaje al cambiar el automóvil por un coche tirado por caballos? Yo suelo dedicar mi tiempo libre a pequeños placeres un tanto burgueses: juegos de canasta, loba o monopolio, paseos matutinos con Rocco, rentar películas de los cincuenta, desayunos en la cama. Eso sí: evito comer en las noches para no engordar y he aprendido a hacer del sexo un complemento y no el centro de toda mi existencia. A primera vista todo esto pudiera parecer gris o decadente, que es un adjetivo que ahora parece estar de moda; pero, ¿conoces algún placer comparable a la tranquilidad?”, me dijo mientras movía con gracia las antenas.
ALEJANDRO SUÁREZ. Nació en La Habana, Cuba, pero reside en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Escritor, director y productor. Ha publicado dos novelas: “El perro en el año del perro” (2012) y “Por nuestra Perestroika” (2017), y dos libros de cuentos: “El mundo de José” (2003) e “Irina, el sexo y la nueva izquierda” (2007). Su novela “El perro en el año del perro” fue ganadora del concurso por el 450 aniversario de Santa Cruz de la Sierra, 2011. Su relato “Dónde ocurrió el Big Bang” ganó una mención en el concurso iberoamericanos de cuentos Julio Cortázar, en el año 2016. Fue productor y consultor de guion de los largometrajes de ficción “Bárbara” (2016) y “Santa Clara” (2019). La adaptación al cine de su novela “El perro en el año del perro” ganó el fondo de coproducción Ibermedia 2022 y sería su ópera prima como director. Su segundo proyecto de largometraje de ficción, “Hijos del Hombre Bala”, ganó el fondo de Desarrollo Ibermedia en el año 2021. Es vicepresidente de la Asociación de Cineastas de Santa Cruz.