Literatura
Poesía
abril 2023
Ciudad natal, poema de Sebastián Alarcón Chávez
Pienso en mi ciudad como en mis costumbres rotas.
Cumple como todas las que en algún lado.
Ves, ahí es donde pisa,
donde deja pisar,
donde arrastra hasta sentarse.
En la plaza un serafín
ahorcando una serpiente hacia el cielo,
su cielo,
el de tan pocos que van quedando,
lo rodea el agua de cinco días no muy alejados,
con suerte una moneda de cincuenta tirada por equivocación.
La cabeza de José Martí a la espalda de la Prat
que mira a un espacio abierto dejado por la amenza.
El odeón no presenta espectáculos hace la mitad del tiempo de su construcción.
Es todo,
no hay mucho más,
no queda mucho,
más que las costumbres rotas que van cerrando uno a uno los recorridos del acá.
Se entiende tan poco en su persistencia,
en la figura desordenada que apenas,
porque apenas,
se junta para decirme la voz de una necedad de carbón salado.
Las calles desordenadas,
hacia arriba o hacia abajo,
parecen columnas de humo
salidas desde llantas encendidas,
parecen los mismos caminos que suben por su cementerio
que es lo que rescato,
porque parece al descenso del poeta
por los nueve círculos.
Por aquí, un ciprés monumental se yergue hacia el cielo que es como cartón mojado,
como diciembres enteros con el sabor del infierno.
Espero, alguna vez, saber que ha caído
y ha tirado las calaveras hacia afuera.
Te alegrarías tanto que no dejarías de llorar
con la almohada en la cara hasta asfixiarte.
Ya no sé,
ya no da igual lo que alguna vez.
Mierda, sabes, todo lo contrario,
y quisiera moldearlo sin quedarme.
Pero en la medida de las capas,
del blanco criadero de los silencios,
ordeno como puedo lo que aguanta y lo que creo aguantará,
lo que no se deja oxidar con el aire del mar que está tan cerca
que se pega a la piel y me va gritando
¡No te vayas tan lejos!
Y es como cualquiera, como cualquier otra y se parece a mis costumbres.
Casi dan ganas de reír, porque aquí,
aquí por primera vez con una desconocida,
aquí la ya conocida me dijo adiós por la mañana
y como si nada por supuesto
yo también,
y a pesar de, de ese trebol seco con dos hojas,
dije su nombre y ella algo que se parecía terriblemente al mío.
Aquí me dejé golpear en la cara,
aquí golpeé en la cara.
Por aquí el primer libro sustraído de la biblioteca escolar.
La primera borrachera, la primera condicionalidad.
Pero ya está hecha lo suficiente, ha cedido el camino
y solo queda la vuelta que me niego a.
Ves, es como mis costumbres rotas.
Yo solo camino con ellas porque quiero deshacerlas por completo.
Han tenido conmigo lo suficiente.
Sebastián Alarcón Chávez (27 de septiembre del 2000). Estudiante de Pedagogía en Español en la universidad de Concepción, actualmente último año.