Literatura
ensayo
abril 2023
El exilio de las ballenas
por Gian Piere Codarlupo
A un Poema-Ballena en la costa de Mataró
El imaginario que se tiene sobre los cetáceos es abundante: acuarelas, dibujos, narraciones, poemas, etc. ¿Por qué describir una ballena en el siglo XXI? En este momento tenemos a nuestro alcance la tecnología necesaria para enterarnos de muchos datos. Sin embargo, hasta el momento nunca se ha podido filmar el apareamiento de las yubartas. Hay puntos donde la tecnología y la intervención humana no pueden llegar. Entre las narraciones más insólitas acerca de la caza de las yubartas tenemos la siguiente que recopiló el abate Juan Ignacio Molina: “los más audaces de los Groenlandeses, (que) armados solamente con un martillo y dos cuñas de madera saltan a horcajadas sobre la ballena y clavándole rápidamente con el martillo una de las cuñas en el orificio izquierdo de la cabeza se zambullen junto con ella, sin despegarse de su lomo dentro del mar, y una vez ella ha vuelto afuera, lo que hace rápidamente para tomar aire, le clavan la segunda cuña en el otro orificio, por lo que ella, faltándole del todo los medios para respirar, permanece sofocada y fácil presa del audaz cazador”. Este pequeño fragmento fue acogido sin prestar atención a la crítica, lo que contribuía a crear un mito acerca de un animal que muchos años después estaría en peligro de extinción. Aunque valdría aclarar que la tarea del abate era simplemente comentar las narraciones de los viajeros, las fábulas, las tradiciones. Durante el siglo XIX aún no se sabía cuánto tiempo llegan a vivir las yubartas. Las narraciones del abate Juan Ignacio Molina cuenta brevemente el avistamiento que tuvo el viajero inglés Ellis, quien aseguraba haber visto ballenas totalmente blancas en la península de Groenlandia. La fascinación por las ballenas ha llegado hasta la literatura y diversos artes, desde lo más selecto hasta lo más comercial. El poeta Ted Hughes en su libro De cómo las ballenas llegaron a ser ballenas, nos cuenta que en realidad la primera ballena nació en una huerta, en la huerta que Dios cuidaba. Al principio parecía una judía negra, pero cada día que pasaba doblaba su tamaño. Fue un ratón el que propuso tirarla al mar. Cada vez que dormía la Planta de Ballena crecía, tenía que soplar por el agujero que tiene para reducir su tamaño. Esto es lo que nos narra Hughes: “Tan rápidamente como la Planta de Ballena disminuye al soplar, crece al dormir. Algunas veces, cuando se siente muy fuerte, se reduce al tamaño de un coche. Pero siempre, antes de reducirse al tamaño de un pepino, recuerda lo agradable que es dormir. Cuando se despierta, ha vuelto a crecer. Anhela volver a la tierra y dormir al sol, con su raíz en el suelo. Pero en lugar de eso, tiene que rodar y soplar en el mar abierto. Y hasta que se le permita volver a la tierra, los animales la llaman simplemente Ballena”. La escritora mexicana Margo Glantz también se vio seducida por el imaginario de estos seres y en su libro Doscientas ballenas azules hace un fugaz recuento de los libros y escritores que han sido marcados por este cetáceo, con varias referencias a Moby-Dick de Herman Melville, novela que ya tiene sitio en la inmortalidad. Además, con su escritura nos enseña a amar a las ballenas, su fragilidad, su exilio: “Me gustan las ballenas porque reinciden en sirenas y me gusta por su bestialidad mamífera y acuosa, salada, por su ímpetu y su estruendo, por sumergirse como los cachalotes, por inundar las atroces abras de la arena, por refugiarse en los parques nacionales, por su extinción prematura y por la azulidad extensa, apaciguada, con que rompen las olas primerizas y cósmicas de su exilio corpulento”. Por otro lado, Ramón J. Sender creía que las ballenas se suicidaban. La verdad es que no se suicidan, son desorientadas; no se sabe con exactitud la causa de los encallamientos, la mayor parte de las veces es por culpa directa o indirecta de los humanos, debido a la utilización de sonares que interviene en la comunicación de los cetáceos. En este libro aborda y relaciona el suicidio en masa de 1978 en la selva de Guyana por la secta “Templo del pueblo” con el supuesto suicidio de las ballenas. Tal vez lo más interesante de este libro es que Sender reafirma su idea de que el pacifismo es utópico, hay que defenderse con armas. Lamentablemente los cetáceos no tienen las herramientas para defenderse contra su peor enemigo: el ser humano. O mejor dicho, el consumo desenfrenado que genera el capitalismo. Cada ballena tiene su dialecto, tienen un vínculo familiar muy fuerte y una transmisión del conocimiento de generación en generación, migran todo el tiempo, vuelven a juntarse, entablan relaciones. Las belugas o fantasmas marinos, suelen cruzarse con los narvales, al parecer logran entenderlos y los adoptan. La caza de las ballenas empezó con los vascos del golfo de Vizcaya. Era el siglo IX. Las ballenas suelen ser animales inofensivos, se dejan matar con mucha facilidad, pero esto es debido a la cantidad de grasa que tienen acumulada: quedan inmóviles. Durante la Edad Media, Biarritz se convirtió en el lugar por excelencia en la elaboración de la grasa, la carne y los huesos de la ballena. Además, los vascos inventaron el arpoi o arpón y fueron especializándose. Ingleses y holandeses comenzaron a comprar aceite de ballena. Cuatro siglos después el negocio se acabaría, la naturaleza es finita. Se cazaba todo lo que se encontrara en el camino, desde ballenas francas hasta algún rorcual aliblanco o ballenas jorobadas. El capitán inglés Jonas Poole, fue el primero en descubrir ballenas en el océano Glacial Ártico en 1583, a partir de entonces no hubo punto de retorno. Lo que también ha jugado en contra de las ballenas es la difamación, se les acusaba de ser monstruos. Pero, ¿qué son los cetáceos? Están divididos en tres grupos científicos: Archeociti, Mysticet y Odonteceti. El primer grupo ya es extinto, pero vivió hace unos 50 millones de años, son los ancestros de las ballenas. El origen de los cetáceos corresponde a lo que hoy es el mar Mediterráneo y parte de la India. A finales del Cretácico suceden una serie de eventos, entre los principales se encuentran los cambios marcados en el clima y la geografía, es decir, regresiones y transgresiones; además también un incremento en la productividad de los mares a partir del Paleoceno. Esto crea las condiciones para que surjan los cetáceos. Originalmente la ballena fue un animal terrestre, pero de manera gradual comienzan a tener una vida anfibia. Lo que destaca es que hay un desarrollo de la cabeza, grandes, que hacen indicar que en un primer momento fueron animales carnívoros. En una conferencia sobre la evolución de las ballenas y los delfines en el año 2014, Jhoann Canto manifestó que en los años ochenta se destronó esa idea cuando se estudió el hueso de la extremidad posterior: Astrágalo. La gran innovación evolutiva que han tenido las ballenas ha sido la de tragar y respirar al mismo tiempo, como las wawas. Por otro lado, las ballenas jorobadas están presentes casi en todos los océanos, pero se sienten atraídas en las aguas frías polares. En aguas antárticas se alimentan de crustáceos y plancton. Hablar de cada una de las particularidades que presentan llevaría escribir varias páginas. Y sobre su matanza muchas tantas más, por necesidad o por dinero. He aquí un breve homenaje a todas las ballenas del mundo, a las que siguen surcando los océanos y a las que han terminado varadas en alguna costa. Antonio Cisneros lo supo decir en un poema:
En los arenales de Villa El Salvador las gentes no reposan.
Sabido es por los pobres de los pobres que atrás de las colinas
flota una isla de carne aún sin dueño.
Y llegado el crepúsculo —no del océano sino del arenal—
se afilan los mejores cuchillos de cocina y el hacha del maestro
carnicero.
Así fueron armados los pocos nadadores de Villa El Salvador.
Y a medianoche luchaban con los pozos donde espuman las olas.
La gran ballena flotaba hermosa aún entre los tumbos helados.
Hermosa todavía.
Sea su carne destinada a 10000 bocas.
Sea techo su piel de 100 moradas.
Sea su aceite luz para las noches y todas las frituras del verano.
Bibliografía
Canto, J. (7 de octubre de 2014). YouTube. Recuperado el 17 de febrero de 2023, de Museo Nacional de Historia Natural de Chile: https://www.youtube.com/watch?v=IT3l19_Do20
Cisneros, A. (1990). Poesía, una historia de locos. Madrid: EDICIONES HIPERIÓN, S.L. .
Glantz, M. (1979). Doscientas ballenas azules . México: La Máquina de Escribir.
Hughes, T. (1983). De cómo las ballenas llegaron a ser ballenas. (P. Lizcano , Trad.) Madrid: Ediciones Alfaguara, S. A.
Molina, J. I. (1989). Memorias de Historia Natural. Memoria VII Las ballenas. Chile: Instituto de Estudios Molinianos .
Sender, R. J. (1979). Por qué se suicidan las ballenas (Bajo el signo de Sagitario). Barcelona: Ediciones Destino.
Gian Pierre Codarlupo. Nació en Perú en 1997. Investiga, escribe y sobrevive en Madrid. Es colaborador de la Revista Mal de Ojo.