Literatura
Poesía
noviembre 2022
El sueño de Stravinsky (fragmento)
He despertado por un instante
Siendo consciente de mi lugar en el mundo.
Rebelde.
A la salud del sol me embriago esta noche.
Oh, Astro que desapareces en mí.
Del Altísimo me desapego
Para vivir una vida tranquila,
Un vida quizás bolera.
Y soy quien lee estas palabras sin poder replicarlas.
Porque soy el poder de la noche.
Soy Ella cuando al caminar se siente observada.
Tengo la voz libre de temores
Y mis oídos no perciben el error que en mis pasos puede haber.
Se cierran a la temblorosa mano que golpetea la mesa en la que como, en la que discuto y donde mirando el vacío a veces vago.
Maravillados están mis ojos ante la huella en un pasto virgen.
Me puse una corona cuando nadie me lo pidió
Y alcé la voz cuando todos callaban ignorantes.
Me propuse no dormir durante cien días.
Me propuse amar a todas en una noche.
El tiempo ha llegado a mi frente y a mis manos,
Mas mi corazón aún arde como sol que emerge sobre el campo.
La mía es sólo una historia
Y viven en ella todos los grandes héroes que han sido olvidados.
Y mientras los vientos de esos noviembres dolorosos golpean mi piel
-son vientos que se pierden y difuminan en los tímidos minutos-
Aquí espero a que el amanecer me eleve de nuevo,
A que se coma mi sangre de hombre.
Me obligaré a ver mi rostro en otro rostro y sentirlo propio.
Y sigo…
Porque
Soy el deseo de un niño,
Una tarde de ardiente verano
Con fugaces miradas.
Soy ese retraído amor
Que se oculta en bibliotecas.
Aquel que duele por las noches en el vacío de un pecho iletrado.
Soy el que aparece al final de la vida.
Un amor forzado remece mis noches
Ya no basta con amar
Si acaso existen ilusiones.
Ya no basta con el alcohol.
Ya no sirven los sueños.
Y aquí estoy, en la muralla del mundo
Pintando imágenes con la esencia de todas las mujeres que me han visto.
Pintando las piedras que me hacen tropezar,
Esas piedras que su amistad me brindan, persistentemente.
Me hacen ser vivaz a la vez que obsoleto,
Engreído primero y luego forzado a entrar en la caverna humilde,
En la urdimbre del campo
En la caravana de ojos cansados que pese a todo saben ver.
Con el corazón agitado
Soy todos esta noche.
Soy todos los que se duermen sin un mañana esperar;
El niño que vive un tiempo eterno
Y él mismo siendo ya un adulto con los oídos desesperados.
Soy venérea y soy venerable
El que va y viene
Porque el que va, viene
En ciclos acuosos, gaseosos, extensos como el vaivén del mundo en el vacío,
En las mañanas que parecen otoños, con sus árboles que se exponen sin temor a la tristeza.
Soy el que sobrevuela
Con su moral renegada,
Asiendo matorrales
Y susurros bajo la Luna
-Bajo una Luna hermosa-
Que se oculta,
Que espera ser ignorada
Y luego descubierta a causa de un sol quejumbroso,
Huidizo de esperanzas,
Inquieto frente al placer,
Querendón por sobre las mesas apetitosas
Pero imperdonable al juicio del ocaso.
Soy todos los que desean
Y el que va y viene es aquel que conoce mi camino.
Mi adolescencia.
Mis sueños.
La ceguera de la modernidad
O la clarividencia de antaño.
El ensordecedor moderno
O un selectivo silencio, un mutismo añorado.
Sueño sueños que acaso son un pastiche ilustrado.
Èmile Maró
(Maximiliano Reyes Lobos)
Sobre el autor: Mi nombre es Maximiliano, pero en la poesía prefiero ser otro. Nací en Puente Alto, pero no soy santiaguino. He vivido gran parte de mis años en el Maule, intercambiando hogar entre el campo y la ciudad. Soy hijo de una pareja que pese a la distancia de la muerte, continúa unida. Y soy hermano de una y de muchos. Yo, Maximiliano, pareja de Paula, he tenido la oportunidad de incursionar en diferentes oficios y costumbres, logrando identificarme con todos y con ninguno a la vez. Veo en la poesía el poder para aclarar cualquier confusión.