Arte/Literatura
marzo 2021
A veces
A veces
quisiera
perderte en el viento
y que nada quede de mí
pero
bajo mi ventana
un hombre silbando
que pasa
me corta las alas del sueño.
Y pienso que es bueno quedarse
que soy en la tierra
mejor que volando en el viento
y pienso
que puedo dormir en tus campos
que puedo llorar por tu llanto
y bordar cascabeles de lluvia
al tomar la guitarra en mis manos.
Alguien va apagando una por una
Alguien va apagando una por una
todas las estrellitas de tu cielo;
pero como tu cielo es tan enorme,
nunca te has dado cuenta.
Y eso que ya van muchos años
de que ese alguien ha tomado a su cargo
tan dolorosa ocupación.
Y eso que ya van cientos de estrellitas degolladas.
Mas tú, impertérrita, caminas y caminas
ríes y lloras
como si no pasara nada.
¡Pero tu collar está quedando en hilo puro!
Cuando la obscuridad te caiga como lluvia de piedras
sobre el despreocupado gesto,
maldecirás tu nombre y odiarás tus zapatos
y te acordarás de antiguas oraciones.
Cuando la obscuridad te sea un perro malo.
¿Dónde huir? ¿Qué salvar?
Cuando la obscuridad te caiga como pedrada dura
sobre el corazón agrio.
¡Ay la ventana abierta!
¡Ay tantos dones postergados!
Te quedarás bebiendo un lago triste
cementerio poblado de estrellitas
que cada noche hacían desesperadas señas
pidiéndote socorro.
Porque alguien va apagándola
sin que vos te des cuenta.
¡Ea! Vuelve tus ojos,
vigila tu tesoro!
No te encandiles en la caravana
de colores fantásticos!.
Que las estrellitas no se adquieren
como se adquiere un traje;
que las estrellitas se apagan para siempre
y no hay quien las reemplace.
Y que las caravanas se venden y se compran
y llevan escondidos afilados puñales
para cortar tus sueños libres,
para partir tu corazón en siete partes.
Oh leñas fieles
Oh leñas fieles
cortezas puras
arded
en llamarada intermitente.
No os apaguen los soplos
del viento de la envidia
ni los fuegos violentos
que alucinan
ni los incendios que todo
lo destruyen.
Conservad vuestra llama
lengua azul y pequeña
dándome las verdades
sempiternas.
Oh leñas fuertes,
cortezas puras,
continuad alumbrándome
mientras la noche dura
y me castiga
por no seguirla a sus palacios inventados
donde luces fantásticas
brillan,
y araña mis ventanas
iracunda.
Prefiero vuestra brasa
que no ciega
vuestra luz que intermitente
alumbra
que se quiebra en mis dedos y proyecta
realidades no vistas
y en su chisporroteo humilde me revela
verdades antiquísimas.
MATILDE CASAZOLA MENDOZA (Sucre, 1943).
Poeta, compositora e intérprete en canto y guitarra. Tiene hasta el momento 19 libros publicados y su obra está recogida en antologías nacionales y extranjeras. Es Miembro Correspondiente de la Academia Boliviana de la Lengua desde 1996. Su primer libro, Los ojos abiertos, se publicó en 1967, al que siguieron Los cuerpos (1976); El espejo del Ángel (1981): Los racimos (1985); Amores de alas fugares (1986); Y siguen los caminos (1990); Estampas, Meditaciones, Cánticos (1990), Tierra de estatuas desteñidas (1992); Poesía y Naturaleza (Edición bilingüe castellano-alemana, 1993); A veces, un poco de sol (1994); La noche abrupta (1996); Obra poética (1996); Este amor que enmudeció la garganta de las aves (1999); La carne de los sueños (2004; 2007); Las catedrales subterráneas (2008); Las moradas transitorias (2009), Jardín de Claroscuros (2013). Editorial 3600 está publicando su poesía completa en sucesivos volúmenes; hasta el momento: Obra Poética Vol. I Serie autobiográfica (2015) y Obra Poética Vol. II Serie temática (2016).
Fotografía: Waldo Maluenda