Literatura
Narrativa
octubre 2020
Reflejo Vivo
−“Te ves hermosa. Te ves increíble. Te ves fantástica…” −Era lo que se repetía Flor todas las mañanas al mirarse en el espejo. Hoy, era un día especial para ella, pues tenía que presentarse para una audición de la obra “Las Brujas de Salem” donde quería interpretar el personaje de Abigail Williams, una de las primeras mujeres en ser acusadas en los Juicios de Salem. Cerca de las 6 pm, el otoño se hizo presente, con los árboles cambiando su follaje y aves migrando. Surcando ese bello y armonioso ambiente, iba Flor con una sonrisa radiante, la habían aceptado, pero ahora tenía que competir contra cuatro chicas para obtener el papel, quienes actuaban bastante bien. Con sus expresiones risueñas enamoraba a quienes la miraran, pero por dentro sus inseguridades cada vez se hacían más grandes y ella más pequeña. Al llegar a casa buscaba a alguien para desahogarse.
−Quedé. Pero… hay otras chicas que lo hicieron mejor que yo. Tienen una forma de actuar tan natural, tan… única. Yo no estoy a su alcance –decía Flor al tiempo que daba vueltas por su casa, derrochando ansiedad.
−Tú no lo haces mal. Te he visto practicar y te sale increíble. Recuerda lo que dice mamá: Debes confiar en ti misma.
−Es fácil para ti decir eso… tú no entiendes.
−¿Por qué dices eso? Sabes que te entiendo bastante bien.
4:00am
La joven Flor daba vueltas en su cama. No podía conciliar el sueño. Odiaba tanto sus inseguridades. Ella nunca solía decirlo, pero uno de sus miedos era ser falsa, se cuestionaba por todo. Era una lucha de todos los días, donde ángeles y demonios combatían disputándose el poder de quién tenía la razón. Sus padres y su hermana mayor gastaron mucho dinero para poder ayudarla, y cuando estaba a punto de abandonarlo todo, recordaba lo que hizo su familia por ella, entonces se decía a sí misma que se esforzaría por ellos y que no actuaría como una ingrata y cobarde.
−Con tantas vueltas que te das en la cama me despertaste. ¿Ocurre algo?
−Estoy nerviosa. Mañana es la segunda elección. Mañana se verá las dos mejores para el papel y las otras dos, simplemente, se tendrán que ir.
−Otra vez con tus inseguridades. Mataría por estar en tus zapatos.
−¿Qué ya no lo estás? −dijo Flor con sarcasmo
−Sabes a lo que me refiero… Tú puedes salir, puedes enseñarle al mundo tu belleza… puedes decir con orgullo: “Soy Flor Paz, la próxima ganadora de uno de esos espectaculares premios que salen en la tele”
−A ti no te gustaría cómo es afuera
−¿Pero qué pasa contigo? Claro que me gustaría. Que seamos como la misma persona no significa que pensemos lo mismo
−¿Qué pasa conmigo? Te voy a decir como es el mundo allá afuera.
−Flor se levantó de su cama y se colocó en frente de su espejo−. Por más bonita que seas, habrá gente que te dirá o hará cosas horribles que bajarán en ti todo eso que llaman autoestima. El reflejo de Flor le sentenció algo demoledor que acabó con la chica.
–“Tu maldita autoestima está por los suelos, y eso es porque tú eres una frágil que deja que la gente te trate como mierda”. −Flor quedó perpleja, sin palabras. Tomó su almohada, una manta y se dirigió al salón.
10:00am
−“Tu maldita autoestima está por los suelos, y eso es porque tú eres una frágil que deja que la gente te trate como mierda”. Flor tenía esas palabras pegadas en su cuerpo, resonaban en su cabeza, insistentes como un tábano. Cuando se arregló para irse a la audición, siquiera quiso acercarse al espejo. Nunca imaginó que “Reflejo” podría decir algo como eso… Ella siempre la hacía sentirse un poco más segura a la hora de presentarse a un grupo de personas, pero por una parte ella fue quién habría empezado la discusión. Reflejo nunca había podido despegarse del espejo, siempre se empeñaba en estar detrás de ella.
Estaba en la puerta del teatro “Negra Comedy”, dudó en entrar tan pronto la asaltaron una serie de cuestionamientos… ¿Y sí vuelvo a casa? ¿Y si me dicen que estoy muy gorda para el personaje? ¿Estoy realmente preparada…? ¿Apagué la estufa? Maldición, tendré que volver a casa para verificarlo. Una vez más se imponía su inseguridad.
−¿A dónde vas Flor? −preguntó un joven que la tomó por el brazo, pero que soltó inmediatamente por la reacción que tuvo la chica.
−¿Por qué sabes mi nombre? No te conozco
−Estoy en la obra contigo. Bueno perdón por haber tomado tu brazo de esa forma. Tú no me conoces pero yo a ti sí. −Flor quería alejarse cada vez más por la forma de hablar del tipo−. Mira empecé mal. Me llamo Juan. Soy el que interpretará a John Proctor… Bueno al principio quise hacer el papel del Reverendo, pero el director dijo que no era lo mío. Y querrás saber por qué te conozco… Bueno el otro día te vi en las audiciones para hacer de Abigail… Pero que coincidencia, no crees. Flor soltó una carcajada ya que sí sabía a lo que se refería Juan.
−¿Quieres entrar? −La joven asiente y ambos ingresan al lugar–. Lo otro que quería decirte, actúas bastante bien. Te ves decidida, no titubeas… Prácticamente te ves hermosa en el escenario.
−Gracias. No sabes lo difícil que es para mí hacerlo. Siento que cada vez tengo que luchar contra lo más profundo de mí en el escenario.
17:00pm
−Jóvenes ha sido un día largo. Su trabajo fue impecable. Cuando llegue la hora de salir… que eso será en unos diez minutos más, afuera podrán ver unos folletos que contienen sus nombres, junto a sus personajes. Pueden arreglar sus cosas. Los veo mañana –les anunciaba el director de la obra.. Flor recogió sus cosas, y estaba feliz, más que feliz, sus preocupaciones de la mañana se habían disipado de su mente insegura. Pudo quedarse con el papel, pues al resultar eliminados dos participantes, quedaron ella y María, quién fue escogida para quedarse con el papel de Elizabeth. Faltaba casi una semana para que la obra se presentara. Flor no había hablado con reflejo, pero ese día ella quiso disculparse. −Lamento lo que te dije la otra vez. No me puedo imaginar lo que tienes que pasar al quedarte toda la vida encerrada en ese espejo. Somos inseparables desde pequeñas, desde que emití mis primeros balbuceos al encontrarme contigo. Y no quiero que nuestro lazo se rompa o desaparezca.
−Te perdono, pero creo que debo disculparme también. En verdad no era mi intención decirte esas cosas tan horribles. Te quiero y haría todo para ayudarte. Ambas se miraron y dedicaron una sonrisa. Pasaron todo el día hablando. Todo iba bien hasta que Flor consultó su reloj, y recordó que tenía una cita con algunos compañeros de la obra.
−Ay no, tengo que irme.
−¿Por qué?
−Bueno… −Flor evitó decirle la verdad ya que no quería que reflejo se molestara por salir con amigos−. Se me olvidó decirte, el director me dijo que tenía que volver al teatro para practicar algunas escenas de la obra.
−Creí que ya habían dejado de ensayar
−Se nota que no sabes mucho de esto. Mi presentación debe salir perfecta.
−Entiendo. Bueno que te vaya excelente.
2:45am
−¿Dónde estás? Ya son las 2:45 y se fue a las ocho de la tarde. Lo va a estropear todo. Reflejo quedó en silencio luego de escuchar cómo la puerta del departamento era abierta.
−¿Dónde estabas? Te llevó esperando casi 8 horas.
−Estaba… ensayando –respondió Flor y soltó una carcajada
−Suenas como borracha… ¿Bebiste? −Reflejo miraba con enojo a la joven−. Mentiste, dijiste que irías a un simple ensayo, pero te fuiste de alcohólica en algún lugar tóxico.
−Estás exagerando… solo fueron unas copas… estoy bien.
−¿Sabes lo que te pudo pasar allá afuera? Me preocupé Flor.
−Déjame decirte algo. Me he dado cuenta de que me tienes envidia…
−¿De qué idiotez estás hablando?
−Sí, no te hagas, siempre criticando todo lo que hago; eres la que crea mis inseguridades. Hoy lo pasé increíble con mis nuevos amigos. Y eso porque no me acordé de ti en todo ese rato.
−¡Cállate!
−Estás celosa de mí, eso es. Siempre me dices que debo vivir mi vida, pero tú eres la única cosa que me lo impide.
−Ya detente
−Tú aquí eres mi peor enemiga.
−¡Flor, calla…!
Reflejo no pudo terminar lo que quería decir, puesto que Flor de pronto golpeó su propio rostro que dañó a ambas. Y luego vino otra bofetada, y después otra con más fuerza. Reflejo pedía que se detuviera, pero Flor agarró un cinturón y comenzó a repartir golpes por todo su cuerpo, como si estuviera autoflagelándose. Se escuchaban los gritos de ambas, hasta que la joven paró. Pudo ver que reflejo estaba tirada en el suelo, temblorosa, pero de a poco se fue levantando y la miró a la cara.
−Te odio −fue lo único que decía reflejo. Flor solo se tapaba los oídos hasta que reflejo comenzó a gritar sus palabras: −¡Te odio!.
−¡Cállate!
−¡Te odio!
−¡Cierra la boca, desgraciada!
Flor tomó la silla de su escritorio y la golpeó contra el hogar de su reflejo, haciéndolo trizas. Flor no volvió a ver a reflejo. Ya no había más reflejo opacándola. Sólo era ella.
“20 de abril”. Ese día pasaba por su cabeza todo el día ya faltaban cuatro días para la obra, sus emociones subían y bajaban, como el vértigo de ir a bordo de una montaña rusa. En ese momento quiso hablar con alguien, pero lamentablemente sus compañeros tenían cosas que hacer y no pudieron charlar. Se levantó y buscó algún espejo. Lo único que encontró fue un pequeño espejo de color rosa y adornado con una perla, pero algo faltaba, a través del cristal no se veía nada, ningún rastro de la cara de flor se veía en el espejo. Se sintió un vampiro.
−¿Qué fue lo que hice?.
2:45am
Se escuchó el sonido de una puerta y el corazón de Flor aumentó su velocidad. “El ruido debe ser de la casa del vecino” –se dijo, pero la curiosidad ganó−. Miró hacía la puerta de su habitación y se dio cuenta de que la luz de abajo seguía encendida. “¿No la apagué?” La verdad no lo sabía, durante todos los días su mente estaba enfocada en la obra. Salió de la cama y cuando estuvo a punto de bajar las escaleras se percató de que había rastros de tierra en algunos escalones. Sintió miedo. No quería encontrarse con más sorpresas indeseables, pero aún así bajó y apagó la luz.
−¿Eres feliz ahora? –Flor, antes de subir a su habitación, escuchó una voz que le produjo un escalofrío, que recorrió su columna vertebral. Evitó mirar hacia atrás y corrió hacía su habitación… Pero no lograba alcanzar la puerta. Corría y no avanzaba, al detenerse la puerta de su habitación lentamente era abierta… y se detuvo. Flor no entendió nada y de pronto una fuerza invisible la empujó. Primer escalón, golpeó su brazo. Segundo escalón, golpeó su cabeza. Y tercer escalón golpeó sus pechos. Al tratar de levantarse jalaron su pierna bruscamente y comenzaron a arrastrarla. La joven gritó y sintió cómo la soltaron. Esa fue su oportunidad y corrió de nuevo hacía su habitación.
18 de abril. 19:00pm
Era temprano, pero Flor quería relajarse y dormir un poco más, faltaba muy poco para la obra, y Flor era más nervios que persona.
23:00pm
Flor daba vueltas en su cama. Hasta que sintió un peso extra en el colchón. Levantó la vista y no estaba preparada para lo que vio. Sus ojos comenzaron a abrirse y su cuerpo templaba de espanto. En frente de ella se encontró con una mujer con el vestuario de su personaje Abigail.
−¿Ya estás feliz? ¿Tienes más confianza ahora? ¿Ya no bajo tu autoestima? –La mujer le preguntaba cosas pero en ningún momento la miró.
−¿Quién eres?
−Tú lo dijiste el otro día. Al parecer no soy tu viva imagen… soy tu enemiga –giró su cabeza y Flor vio el rostro desfigurado y lleno de llagas, de reflejo.
−¿Por qué la cara larga, Flor? ¿No te gusta cómo se verá tu cara luego del accidente?
−¡Déjame en paz…! Alcanzo a decirle, Flor, pero con una fuerza sobrenatural y la ira de todo un ejército en su rostro, Reflejo se lanzó contra ella y comenzó a estrangularla.
−Déjame a mí el trabajo. Aquí las dos sabemos que el papel siempre fue para mí. –Fllor, al tratar de tomar aire por su boca, reflejo comenzó a vomitar un líquido rojo sobre Flor y esta se la tragó.
−¡Noooo! –Flor despertó y no había nada a su alrededor. Al mirar hacia adelante vio que estaba su espejo, dentro de él vio que una lámpara estaba encendida. Volteó a ver su lámpara pero esta había desaparecido.
−¿Qué? −En su espejo vio algo que causó un gran temor y confusión en la joven. Algo comenzó a salir debajo del escritorio de la lámpara … una mano llena de sangre.
−¡Ya basta!
19 de abril. 12:30 am
−Sólo es estrés, tranquila. Tienes estrés por la obra. Ella no es real. Solo eres tú y nada más − Flor se decía eso desde que tuvo su reencuentro con Reflejo, mientras se dirigía a casa de una compañera de la obra, Carola, a una reunión que habían planificado para pasarlo bien y distenderse antes de la obra. Irían unos cuatro o cinco compañeros, y entre ellos estaría Juan.
−¡Hola! −Saludaba con energía Carola a Flor
−Pasa, eres la última en llegar, él único que no perdió la esperanza de que llegarías era Juan. Flor se dedicó a saludar a los pocos compañeros que habían asistido. Luego de eso se sentó junto a Juan. Fue un lindo rato al empezar, se reían y contaban las razones por las cuáles quisieron actuar.
−Flor. Es tu turno de contar tu historia. Sabemos muy poco de la próxima encargada de darle vida a nuestra Abigail −decía otro compañero interesado por Flor.
−Bueno, mis sueños por ser actriz empezaron desde pequeña, no he tenido tanta suerte en el teatro, he interpretado muy pocos papeles y creí que era mejor retirarme.
−Mira las estupideces que dice −interrumpió una de sus compañeras− Es súper hermosa, le tengo envidia. −Su comentario hizo reír a algunos y Flor sólo mostró una sonrisa.
−Siguiendo con mi historia, hubo una persona… que me ayudó bastante… teníamos peleas, pero al rato alguien se disculpaba. Aunque ya no hablamos. De hecho ya ni nos vemos. Creí que si se iba, todo estaría mejor, pero desde que se fue… siento que me vida no va para nada bien.
Todos los presentes miraban atentamente lo que decía Flor.
−Tranquila, Flor. Tal vez vaya a verte mañana.
−Lo dudo.
El ambiente se estaba poniendo algo incómodo, así que Carola se levantó y dijo:
−¡Oh! Ya me estoy marchando a casa, señor Proctor. −Sus invitados no tardaron en darse cuenta de lo que tenía tramado. Juan fue el siguiente en levantarse y dijo:
−¿Eres boba, Mary Warren? ¿Eres sorda? Te prohibí dejar la casa, ¿no es cierto? ¿Para qué te pago? Tengo que vigilarte más que a mis vacas.
−Sólo vine a ver los grandes acontecimientos del mundo −contestaba la joven de ojos azules.
−Grandes acontecimientos en el traste voy a darte yo uno de estos días. ¡Vete a casa; mi mujer tiene tarea para ti!
Carola sale de esa escena improvisada y se sienta junto a María, que no paraba de reír por lo que estaba viendo. Flor se levantó y supo que era su momento de brillar. Se colocó en frente de Juan, viendo su figura, con ojos dilatados.
−¡Por Dios! ¡Ya casi había olvidado lo fuerte que eres, John Proctor!
−¿Qué diablura es ésta? −Juan mira a Flor con una vaga sonrisa de inteligencia−. Desde la mañana, el camino de mi casa se ha convertido en una peregrinación a Salem. El pueblo entero habla de brujería.
−¡Son cuentos! −Flor se acerca a Juan con aire travieso
−¡Ah, traviesa como siempre, no? – Flor, o más bien, Abigail en esos momentos, se atreve a acercársele, mirándole febrilmente en los ojos. Juan, la detiene y dice:
−Te meterán en el cepo antes de que cumplas los veinte –Voltea, pero Abigail se interpone.
−Dime algo, John. Algo tierno.
−No, Abby, no, eso ha terminado. Sólo vengo a ver qué enredo está tramando tu tío ahora. Así que quítatelo de la cabeza, Abby.
−John…, me paso las noches esperándote. −Ya no se escuchaba ni una risa en la sala, los presentes quedaron enganchados con la actuación de Flor y Juan. Eso era, sólo Flor y Juan−. Nunca he prometido venir a verte, Abby. ¡Creo tener algo más que promesas! Abby, te quitarás eso de la cabeza. No vendré más por ti
−Te estás burlando de mí.
−Tú sabes que no.
−Lo que sé es cómo me estrechabas en los fondos de tu casa, ¿O es que lo he soñado? Quien me echó fue ella, no simule que fue usted. Le vi el rostro cuando ella me echó, y me amaba entonces y me ama ahora.
−Abby, eso es decir una estupidez.
−Te he visto desde que ella me echó; te he visto por las noches.
−En estos siete meses apenas si he salido de mi granja.
−Soy sensible al calor, John, y el tuyo me ha arrastrado hasta mi ventana y te he visto mirando hacia arriba, ardiendo en tu soledad. ¿Vas a decirme que no has mirado hacia mi ventana?
−Puedo haber mirado.
−Con seguridad, John. No eres de invernadero. Te conozco, John. Yo te conozco.
−Niña… Juan dice con compasión pero a la vez firme.
−¡Cómo me llamas niña! −Dijo con el mismo enojo que aparecía cuando Reflejo la atormentaba. Flor dejó de ser Abigail y miró al pequeño público que tenía y volvió a ver la cara de Juan que la miraba con confusión.
−¿Estás bien, Flor?
−Sí, si, estoy bien.
−Por favor sigan −decía la dueña del hogar− iban de maravilla.
−Flor tuvo suficiente, tiene que guardar esas energías para mañana, ¿cierto? −Juan miró a Flor y ella asintió con un sonrisa algo incómoda. El joven sabía que había algo que molestaba a su compañera. Todos se volvieron a sentar y conversaban entre ellos.
−¿Puedo tomar un poco de agua, Caro? −Preguntó Flor, un tanto fatigada.
−Claro, pasa a la cocina y sírvete lo que quieras −Le contestó Carola, amablemente.
Flor pasó a la cocina, era bastante grande y colorida, iba perfecta con la personalidad de la dueña de casa. Miraba cada detalle de ese lugar, pues le recordaba a la cocina de su madre. −Oye, estuviste increíble allá –dijo María al entrar a la cocina con una sonrisa de orgullo.
−Gracias, María −Dijo Flor con poco ánimo−. María se dio cuenta y prefirió seguir indagando.
−Flor, sé que no hablamos tanto, fuera del teatro y todo eso, pero los chicos tienen razón, eres muy cerrada y a veces tú misma te dices cosas que no son ciertas. Eres hermosa. Ahora somos todos como amigos. Puedes confiar en nosotros. −La joven tomó las manos de Flor y eso al parecer hizo que se sintiera más en confianza. Cuando soltaron sus manos, Flor se dio la vuelta para mirar en cualquier dirección, aunque María aún tenía sus ojos puestos en ella.
−Oye… ¿Desde cuándo te gusta el teatro? No pude oír tu historia −preguntó Flor, y volvió a mirarla para empezar otra conversación.
−Fue por mi papá −dijo con poco interés María.
−¡Oh! ¿De verdad? Me pasó algo parecido con mi papá. Ahora me dice que está orgulloso de mí.
−¿Y está orgulloso de que su hija sea una perra? –replicó “María”
De vuelta al comedor, Juan miró hacía la cocina y preguntó por Flor
−Oye… María
– ¿Qué sucede? −Respondía la joven que nunca se movió de su lugar.
– ¿Flor está en la cocina, cierto?
– Si ¿Por qué?
– Por nada
Al volver con Flor y… “María”, el lugar se había puesto algo tenso.
– ¿Qué? −La joven no creía lo que le había dicho su compañera.
– Oíste.
−Te estás divirtiendo con tus nuevos amigos, estás haciendo una nueva vida y a mí me tienes en el olvido, quieres que desaparezca… pero yo no te lo voy a permitir. Jamás te daré en el gusto.
Flor tomó una sartén y golpeó la cabeza de la otra mujer.
−No te me acerques. Déjame tranquila. Es mi cuerpo. Es mi vida. Tú no eres nada, eres un simple refle… −Flor no pudo terminar sus palabras, ya que la invadió el asombro al ver que la cabeza del cuerpo tirado en el suelo comenzó a gotear un líquido rojo. Esa no era Reflejo.
−Oh no. María, lo siento. −Se acercó al cuerpo con miedo, iba a levantarla, pero una mano la tomó y la acercó a ella. De súbito, la cara de María se transformó en la de Flor.
−¿De qué nos sirvió estar conectadas? Mírate. Mírame. Ambas tratando de quedarse con el primer lugar. Quiero el control. Quiero este cuerpo. Quiero tu vida.
−¡Déjame! −Flor enterró sus uñas en los ojos de Reflejo y se levantó. Antes de salir de ese lugar se dio la vuelta y no había nada. Cruzó la puerta de la cocina al living y todos los que estaban ahí la miraron con intriga.
– ¿Dónde está el baño? −preguntó Flor alterada.
-Cielo, ¿Te encuentras bien? –preguntó María, que notó que mientras menos tiempo quedaba para la obra, Flor se ponía más rara.
−¡Estoy bien! −Flor trató de relajarse pero era imposible −Sólo quiero ir al baño para refrescarme.
−Está al final del pasillo. –Le indicó María, extrañada, sin comprender que le sucedía a Flor.
Flor despareció en segundos y se encerró en el amplio baño.
−¿En qué me metí? Idiota. Idiota. Idi…
Un espejo. Lo que faltaba. Un espejo más grande que el suyo estaba enfrente de ella.
−¿Vas a salir de ahí? ¡Vamos, te estoy esperando! −desafió Flor.
Nada. Nada salió del espejo. ¡BOOM! De golpe se abrió la puerta dónde estaba apoyada Flor comenzó a ser brutalmente golpeada. La joven se separó casi sin aliento de ahí. El cuarto se estaba haciendo pequeño y no había escapatoria.
−Te tengo a mis pies, Flor. Ya no podrás huir. Te llegó la hora. −Reflejo… con una apariencia macabra estaba dentro del espejo.
−¡Maldita infeliz!
Flor tomó la tapa del inodoro y la lanzó al espejo
−¡Basta! No puedo aguantar más. Sus brazos estaban llenos de sangre, con sus ojos cerrados. Sus gritos impidieron que se diera cuenta de lo que acontecía a su alrededor.
−¡¿Qué es lo que te sucede?!
Flor volvió a la realidad. Todos los invitados y Carola la miraban con horror y pena.
−…¿En serio, Carola?… Lo siento.
−Vete de mi casa y consigue ayuda. Estás loca.
Flor se fue muy avergonzada y triste. Alguien la tomó del brazo y detuvo.
−Flor, ¿Qué te está pasando? −Juan la miraba con tristeza
–Ya no tienes ese brillo en tus ojos. Estás pálida y cada vez que te miro estás más apagada… como si estuvieras muriendo lentamente.
−Estoy muriendo lentamente, Juan, no te equivocas. Todas las noches pienso que a la mañana siguiente no voy a despertar. Tengo miedo de que venga por mí.
−¿Quién?
−Si te lo digo… no me vas a creer.
−Te creo. No estás sola.
−Reflejo
Juan miró con confusión a la chica
−Déjame. Déjame terminar la obra… es mi único sueño antes de irme. Nos vemos mañana. Flor se soltó del agarre de Juan y se fue.
20 de abril 19:30pm
Chicas con sus vestuarios corrían por doquier. El asistente del director iba en busca de todos los actores. La obra iba a comenzar. Al fin Flor cumpliría su sueño.
−“Te ves hermosa. Te ves increíble. Te ves fantástica. La verdad que sí. Te ves hermosa. Te ves increíble. Te ves fantástica”. Levantó su mirada hacía el espejo, pero no había nadie. −Atrás de ti, querida. −Flor miró hacía atrás y Reflejo… estaba con su vestuario dándole la espalda. La joven se levantó asustada y se apoyó contra la pared.
−¿Qué quieres? ¿Te gusta verme sufrir? Sólo quiero acabar la obra… quiero cumplir mi sueño. –imploró Flor.
−¡Nuestro sueño, querrás decir, perra! Te recuerdo que ambas quisimos esto desde el principio. Pero ahora quieres robarte toda la atención… ¿Qué pasaría… si yo también quiero robar esa atención?
–Olvídalo, pierdes tu tiempo. Eres un simple reflejo de mi imaginación. Eres solo eso y nada má…
−Tienes que ser más original con tus frases −la interrumpió Reflejo−. Y por lo visto no soy un simple reflejo. Mírame. Estoy aquí, tengo un sistema digestivo, un sistema nervioso superior al tuyo, por lo visto, y todo incluido. Lo tengo todo. Así que déjame ser Abigail
−¡Nooo, jamás! –Flor se lanzó contra reflejo para ahorcarla. Reflejo fingió que estaba quedándose sin aire, y entonces cuando Flor comenzó a soltar su cuello, Reflejo comenzó a rasguñar su rostro y ambas tropezaron, pero una cayó por la ventana, azotándose contra el pavimento, rompiendo su cuello y muriendo al instante.
−Te lo dije, es mi cuerpo. Es mi vida.
La joven se levantó y trató de maquillar todas sus heridas… y salió al escenario. Aplausos se escuchaban por todos lados y caían flores.
−Te perdono –la joven susurró esas palabras, que resonaron como un eco insondable, mientras miraba como aplaudían al elenco. En especial a ella misma. La joven caminaba con una sonrisa de paz. Una lágrima cayó por su mejilla antes de volver a entrar a su camerino.
12:25am
−¡Flor… Flor…!
Juan, sus compañeros, el director y la familia de Flor la buscaban por todos lados para felicitarla
−¿Han visto a Flor? –preguntó Juan, ansioso, a unas chicas que conversaban entre ellas.
−Creo que la vi entrar a su camerino.
−Gracias. Creo que ya sé dónde está, vengan
Los demás siguieron a Juan hacía el camerino.
– Uno…dos…tres… ¡Sorpre… −Todos quedaron en silencio, desconcertados, al ver todo destruido en el lugar.
−¿Dónde está? –preguntó bastante asustado el padre de Flor.
Juan siguió las gotas de sangre que llevaban a la ventana rota. Su mundo se vino abajo al ver la horrible imagen de la joven. Flor se hallaba muerta con su cara destrozada en el contenedor de basura. Podía oír de lejos los gritos de horror de los padres de la joven y los presentes. Juan, retrocedió lento y cayó al suelo. De pronto vio unas manchas de sangre que se dirigían hacía uno de los espejos. “Déjame terminar la obra”, “Es mi único sueño antes de irme”, “Nos vemos mañana” … “Reflejo”. Entonces… entendió que esa había sido la última vez que habló con la verdadera Flor.
Valentina Pardo
3er año medio
“Colegio Terramonte”, Colina.
Cuento producido en el “Taller de Escritura y Edición Creativa”.
Profesor Taller: José Guerrero Urzúa, cineasta y escritor.