Literatura
Narrativa
Septiembre 2020
Carla Araneda Condeza, 26 años, de Cañete, Chile, egresada de la facultad de derecho universidad de Chile, autora del libro “Cláusula de integración y el principio de buena fe: los efectos de la cláusula de integración.”; artículo “la necesidad de ver la administración de justicia como un servicio público” en estudios de Derecho de la judicatura, facultad de derecho Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; “artículo Cláusula de integración y el principio de buena fe” revista Justicia y derecho tomo n° 2 de 2019, Universidad Autónoma de Chile.
Los amos del caos.
Renuncié a mis títulos, renuncié a mi historia, a todo por lo que había luchado, todo eso que un día busqué ahora es basura.
Renuncié a lo que por derecho era mío, dejé todo aquello que amaba, todo eso que me hacía feliz, dejé de correr, dejé de pelear, dejé de competir.
Renuncié a mi título y no fue suficiente. Ahora estoy renegado en las sombras destinado a existir, sin voz, sin ambiciones, renegado a la locura.
No fue suficiente…
En los márgenes de la cultura, en las sombras descubrí que te puedes mover sin ser advertido.
Construí un castillo de sombras en las esquinas de lo que no veían. Me hice un rey sin súbditos, rodeado de iguales, iguales perdidos.
Soy el amo de la noche en un lugar sin reglas, en un lugar donde todos lo aceptan soy la represión del silencio, en una noche eterna, despierto en ellos la guerra, el deseo de la guerra, la búsqueda del caos.
Uniformados como ellos, manejando como ellos, hablando como ellos, recuerdo cómo eran, aún mis pies se conducen con la lentitud y calma de ellos.
Con mis soldados, tomando el control, apoderándome de sus decisiones, el poder está en todas partes, en sus puertas, en sus cámaras, en sus guardias, en sus conserjes, en sus repartidores, en sus vendedores, en sus chef.
Todo lo que buscan es ascender en un edificio de pilares frágiles, están en el último piso, y yo tengo el detonador de su final, esperando ese segundo especial, en una fiesta en su honor, el destino nunca estuvo tan cerca.
Con la mirada fija en sus ojos, a la distancia la llamo amor, ese amor que entrega todo y no daña, el detonador tiene un respaldo de 5 minutos, un margen de error, por qué solo de eso sabemos, de los márgenes, de la indiferencia y nuestra resignación.
Empieza el conteo y nuestras miradas están fijas en ellos, los triunfos, los ganadores, aquellos que solo podemos “envidiar”, no saben de nuestra resignación, para envidiar hay que anhelar y no se anhela algo que ya no podrás ser, solo el caos devuelve algo a nuestra resignación.
Solo faltan 3 minutos, sus miradas en el cielo donde siempre han estado, olvidaron como caminar, olvidaron la tierra bajo sus pies, dejaron de fortalecer los cimientos y nos convertimos en ellos.
Solo faltan 2 minutos, celebramos la espera con cervezas y cigarros, sentados en la azotea de la industria del papel.
Quemando manuales, el fuego se refleja en nuestros ojos, aunque ese fuego existía muchos antes en cada uno de nosotros.
Solo falta un minuto, podría ser mi último cigarro, el último de este rey, pero la eternidad nos gobierna y ordena caos sobre nuestras cabezas.
Perduraremos en un mundo del que ya conocemos más que la luz, más que a todo.
Solo faltan 5 segundos y la veo, sus ojos perdidos en el abismo de la noche, por un micro segundo nuestras miradas se unen y veo en ella lo que vi ese primer día, lo que vi esa primera vez, mil latidos me desploman en el suelo, una última mirada de polvo y el edificio desplomándose me hablan de mi verdad, perdido por siempre he desgarrado de mi alma lo que me hacía humano.