Literatura/Arte
Reseña literaria
agosto 2023
ARTE PARA LA EMANCIPACIÓN
LECTURA DE “IDIOMA PARA UN LENGUAJE TERRESTRE”*
por Isabel Guerrero
¿Es necesario arrear la palabra
en un gesto de venganza?
¿Se puede amanecer
vomitando gestos en la multitud?
Felipe Banderas
Toda la historia está tejida por el lenguaje. Es a través de éste, que se desarrolla la ingeniería humana, su categorización. El símbolo como fenómeno que estructura los surcos de la mente, y posiciona al individuo en un escenario visual, psicológico e ideológico que, insertado en el adn cultural, ejerce cotidianamente y reproduce como el natural devenir de los tiempos. La mano, y la voz, han sido los dos elementos cruciales que permitieron a la humanidad comprender y esquematizar la realidad bajo un relato que se iba forjando en la medida en que se descubría y clasificaba el mundo. De este proceso, son la memoria y el recuerdo, las que han permitido fusionar los imaginarios para armar la identidad que hoy en día nos determina. También, se ha aprendido de la desigualdad, de las oportunidades, de los condicionamientos y limitaciones, que a través de fábulas han insertado en la lógica de la vida, la resignación, el destino, rechazando con esto la idea del cambio, de la transformación, de lo diferente o asumiéndolo desde el caos, lo negativo y oscuro, que enfrenta el discurso oficial por milenios construido. He aquí, que el lenguaje como herramienta de comunicación, ha tomado la palabra y la ha hecho carne y experiencia, tejiendo con ello nuestra condición.
Así, en este relato, se han colado, miserablemente, quienes, sirviéndose del poder y la tecnología, han montado un mundo en el que se está destinado a soportar las sombras que nublan los paraísos e imponen el terror paralizando el genuino instinto de la libertad. En este código enseñado como lenguaje, la vida mundana se ha separado del cielo; fragmentado su esqueleto en partículas; debilitado el sentido de la imaginación y la creatividad, dejando en la vereda de la ignorancia a casi toda la población. La realidad esquiva, conflictiva, tan desigual como absurda, se opone al espacio frondoso, fructífero, emocionalmente bello ofrecido por la naturaleza misma. En ese conflicto la esfera gravitante de angustias traspasa generaciones, suprime los deseos y las intuiciones, y nos sitúa en el campo de batalla de la necropolítica, siendo el blanco de toda la sádica experimentación capitalista.
Pero las manos y el lenguaje, si bien, son los cimientos de la fragmentada realidad, también han permitido cuestionar su función y uso. De ahí el esfuerzo de disputar lo que instintivamente sabemos que es posible o no. La rebeldía, en la capacidad de concientizar la opresión como algo antinatural, convida a reinventar las fábulas de la tan trastocada ética que justifica las atrocidades de un mundo creado para esclavizar. Las expresiones que asaltan de esa tensión, plasmadas principalmente en el arte, llevan consigo testimonios, emociones, bifurcaciones que se han encendido para llevar el lenguaje a otra escala; posibilitar escenarios distintos, o solo poner en práctica la acción de pensarse para sí y para los otros.
Manos y lenguaje; trabajo y palabra; acción y conciencia; arte y poesía, han erigido y adornado la caverna que habitamos, y a su vez, han construido la salida de la misma. En ello “Idioma para un lenguaje terrestre” es particularmente una propuesta que encarna esa dicotomía. La alegoría de un mundo que esconde la realidad en prisiones, y monta el circo de las falsedades, luces que ciegan la bestia humana, separándola de su conciencia, de su condición creadora y de su legítimo derecho a expresarse. En ese hostil ambiente, dibujo y poesía se fusionan para hacer aún más carnal la necesidad de develar el relato que aprisionado, intenta resignificar. Como dice Felipe Banderas, “mi obra trata de ser una síntesis entre lo circunstancial y lo trascendental”. No se puede escapar del presente, pero si es posible transformarlo, salvar la realidad y con ello hacerlo más humano.
En “Idioma para un lenguaje terrestre” hay un sujeto que se posiciona frente a un mundo, con la convicción rebelde de quien ve y hace del arte, un punto de fuga para la reconstrucción de la verdad. Un sujeto que es también una clase social, un pensamiento, una opción distinta frente al discurso hegemónico que encarcela y tortura. La voz cuando se alza y las manos cuando accionan en la sapiencia de la comunidad, cuando permite pensar la libertad y la revolución, es mutilada, o al menos se hace el intento. No obstante, cuando el arte es construido en el afán de las posibilidades, deforma el tiempo, asomando en ese gesto una realidad social que trasciende las expectativas y entrega un resguardo más hermoso de lo que acostumbramos a vivir.
Estructurado en tres partes, este testimonio de una época dolorosa y tétrica, permite al lector/a entregarse a la magia de un relato que envolviéndose en un juego de escenificaciones devela lo macabro de la dictadura, de la represión, de la tortura. Un ser humano, consiente de su posición en el mundo y en la historia, de su trabajo como fuente de sobrevivencia y de creación, es interrumpido por la frialdad del acero, por la sombra de un invierno, y encerrado bajo tierra, junto a otras y otros que, desojados de su vitalidad, esperan la muerte. Entre lo interno y lo externo, de la caverna a la luz, hay una existencia que se afirma, observa y reflexiona, se vuelve silencio para no revelar nombres, direcciones o parentescos, que no flaquea ni en el interrogatorio ni en el hambre que carcome los huesos y la piel. Un ser humano que es sobrevivencia en la medida en que sus dudas, temores y dolores logra transformarlos en la narración para el mañana.
La secuencia nos lleva a transitar por la bomba dictatorial que rompió el cotidiano y sumió a tantas y tantos compañeros a la aberración de la tortura, la muerte y la desaparición. En el libro es posible observar el escenario “el olor de la fusilería/ el olor del sacrificio/ el olor de la carcelería en los dedos”, es encontrarse con las emociones y sentimientos que en su límite validan la locura, la duda y la flaqueza. Aquellas y aquellos que lograron sobrevivir, han convertido sus manos y voz en ramas, en semillas que son lanzadas al tiempo, para que germinen más adelante en sueños. Dice Banderas “No, amigos míos, no me den el cáliz de los gestos deshabitados/ denme la ilusión de un niño saltando charcos/ denme un brote de sol en las cejas/ denme el olor de los silabarios antiguos”. La imagen, que da luz y sentido a la poesía, dibuja esta experiencia, cala en los ojos la fuerza de los símbolos, tanto del opresor, como del oprimido; acciona para que la lucha sea por emancipar nuestras formas de expresión, para comprobar que la existencia misma debe ser asida por sus protagonistas, y no por la clase burguesa que impone la versión acomodada de sus propias mentiras.
“Idioma para un lenguaje terrestre” de Felipe Banderas y Hugo Riveros, es un libro que invita, no tan solo a la denuncia o a la memoria, sino a la lucha misma por el sentido de la vida, por el derecho a interpretar y acomodar la realidad sin pisotear la dignidad de los pueblos. Por la legitimidad de sentirnos humanos y fundar los valores que nos permitan abolir las clases, y caminar por la misma vereda, aquella donde germine un mejor vivir.
*El libro fue elaborado y repartido como fotocopias a finales de los años setenta, existiendo pocos ejemplares. No alcanzó a ser publicado tras el asesinato de Hugo Riveros en manos de la dictadura. El año 2021 Revista Latinoamericana ConoSur, con autorización de la familia, rescata el material y elabora su edición. El texto es parte de la presentación al lanzamiento de la edición de “Idioma para un lenguaje terrestre” (noviembre 2021) en Santiago de Chile.
Isabel Guerrero, Rancagua, Chile, 1985. Profesora de Castellano y Filosofía. Directora de Revista Mal de Ojo. Publica “Poemario Obstinado” (2013), “Anzuelo” (2015) “Trazos de una obra por hacer” (2017) “Seol” (2020) y “Sin sol entro en silencio – en el sur la soledad también lo es todo o el hilo de ariadna”(2022). Ha participado en Encuentros y Festivales Literarios en Chile, Colombia, Argentina, Bolivia, Perú, México y Cuba. Organiza, colabora y participa en instancias artísticas, políticas y sociales tanto en Santiago como en el extranjero. Sus textos han sido publicados en revistas y antologías nacionales e internacionales.