Literatura
Entrevista
diciembre 2020
JUAN MANUEL CORBERA: VIAJES Y RESISTENCIAS
Entrevista a Juan Manuel Corbera
*Por Gian P. Codarlupo
24 de setiembre de 2020
1. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la migración y con tus viajes alrededor de América Latina? ¿El viaje es parte de tu búsqueda, qué significa para ti?
-Pues, sin estar muy consciente de las consecuencias que acarrearía el proceso migratorio, emprendí en mi primera juventud una mudanza desde Lima a la ciudad de Buenos Aires. Uno cree saber qué está buscando pero, como en el arte, siempre se descubre muchísimo más de lo pensado. Lo mismo sucede con los viajes pero migrar, asentarte en un lugar y territorializarlo, es un proceso mucho más profundo, con enormes implicancias y retos para uno mismo. Creo que la diferencia entre un viaje, por más largo que sea, y la migración es la incertidumbre sobre el regreso al lugar de origen. Claro que uno, si tiene la oportunidad, puede viajar sin un destino fijo y hacer del mismo viaje, del acto de viajar, su nuevo hogar; no cualquiera puede soportarlo, aunque yo opino que justamente así es como se debería uno manejar en esta vida, con desapego. Tuve la suerte de viajar desde niño por varias partes del interior del Perú y a algunos otros puntos del continente, pero por medio de la poesía pude conocer Cusco, Tacna, Puno, Quito, y otro par de ciudades ecuatorianas, y Cali, en Colombia. Prefiero hablar de ciudades porque los países son abstracciones muy engañosas. No podemos conocer una ciudad de principio a fin pero podemos tener una idea más acabada del carácter de su gente y la textura de sus calles que si pretendemos abarcar hablar del país entero. Cada viaje que he hecho ha enriquecido y confrontado mis suposiciones o ideas sobre Latinoamérica y sobre mí mismo, sobre la vida en general. Es lo que todo viaje hace, cambia tu percepción del mundo porque antes tus elaboraciones sobre el mundo se reducían a lo que hasta ese momento habías conocido del mismo, y en un viaje todos esos conocimientos se contrastan o verifican. Para mí, viajar siempre ha sido un pilar en mi relación con el mundo, de mi búsqueda por entenderlo.
2. ¿Cómo cambió la Madre Ayahuasca tu percepción de la realidad?
-Haber conocido a la Madre Ayahuasca ha sido de las experiencias más importantes de mi vida. No me van a alcanzar las palabras para responderte. Es una experiencia tan reveladora, tan inefable, que para mí haberla tenido fue como haber conocido el amor o el sexo o las drogas o la creación artística, luego no puedes ser el mismo, se te abre un universo de posibilidades que ni siquiera imaginabas que existían. Los primeros años luego de mi primera toma no lo hablaba con nadie, me daba vértigo recordarlo porque era como evocar el infinito. En la siguiente toma que hice le pregunté al chamán y la planta misma sobre esto, de si era apropiado hablar del tema. Me respondieron que sí, siempre que se haga con respeto; vivimos en un mundo desesperado, lleno de miedos y traumas, y la Madre Ayahuasca es un camino de curación al que tuve el privilegio de acceder así que compartir mi peregrinación, mi experiencia, puede que lleve a otros a también emprenderlo. En el 2018 hice un viaje por la sierra y selva peruanas y en un momento crucé el río Ucayali durante varios días para buscar al maestro Ronald Rivera, en Pucallpa. En ese trayecto, en el techo de un barco carguero hacinado, estando enfermo de varicela, solo rodeado por el río y la selva, pensé que ya que estaba por volver a tener esa experiencia maravillosa quizá debería atreverme a escribir sobre ella, a intentarlo aunque sea. Las vibraciones ya me estaban alcanzando. El resultado fue el eje de “Mareación” un poema con el que abro el libro que estoy trabajando sobre el tema. El año pasado volví a Pucallpa decidido a hacer una obra de arte en base a esa medicina ancestral y me interné en un retiro de diez días donde, junto al maestro Ronald, realizamos el ritual a diario. Llené dos cuadernos enteros y estoy segurísimo que aún me va a demorar años y muchas más tomas y vivencias culminar ese libro. Ahí, me di cuenta de muchas cosas. Que no solo había un más allá al que se puede acceder por medio de la planta maestra sino que ese más allá también queda dentro de uno por un tiempo, pero solo por un tiempo. Que la curación se hace más profunda cuando una vez limpio de la vida mundana sigues adentrándote en los misterios y la magia bondadosa del espíritu. Y que no es suficiente la habilidad con la escritura o la disciplina que le pongas a tu texto para poder evocar estos mundos solo a partir del recuerdo. Hay que vivirlo, interiorizarlo, curarse uno mismo para hacer una obra que se acerque y acerque a otros a esa sensibilidad. Necesito aprender más, muchísimo más, conectarme de nuevo con esas dimensiones y renacer en ellas para llegar a las palabras indicadas. Quizá ese también es parte del milagro, el darme cuenta que tenía que volverme una mejor persona, una persona más consciente de tantísimas cosas para a su vez volverme un mejor artista. Fue una sorpresa ver que para crear una obra de arte de este tipo no todo giraba alrededor del trabajo, suerte o talento que se tenga, porque esas son cuestiones que interpelan a la mente y al cuerpo; hay un espíritu que requiere también ser cultivado para sacar lo mejor de nosotros. Te podría contar que en mis experiencias con la Madre Ayahuasca saqué otras conclusiones, pero no me extenderé sobre ellas en este momento, ya que para eso estoy escribiendo ese libro. Que el tiempo es solo una percepción humana que nos da cierta ilusión de individualidad, pero en realidad todo está conectado por vibraciones. Por eso, cuando se te amplía la consciencia ves con claridad que no puedes sentir odio, ya que todo lo que odias y lo que amas está también dentro tuyo y viceversa. Y por eso también es posible comunicarse con los muertos, desdoblar el espíritu del cuerpo, ver el futuro y una serie de prodigios que en occidente creemos que solo pertenecen a la ficción. Esta realidad, este universo, es muchísimo más extraño y complejo de lo que creemos, y quién solo juzgue con los sentidos de su cuerpo o los razonamientos de su mente vive engañado. Hay seres, que yo creo que sería justo llamar transdimensionales, con los que se puede establecer un contacto, si ellos lo permiten, si tu corazón va con la humildad necesaria para ello. Porque si algo me queda claro es que un factor primordial en todo esto es el amor. A la Madre no la puedes engañar, ella todo lo sabe, ella es la maestra de maestras, y todo lo que tiene para darnos es amor. Incluso si la pasas “mal” en el viaje, si lloras, vomitas, entras en pánico u otra situación desagradable, es porque era exactamente lo que necesitabas que la Madre te dé. Hay que tomar todo lo que nos dé como un regalo, aceptar que si era lo que necesitabas, vas a recibir un sacudidón. Hay ir a buscar a la Madre Ayahuasca con el corazón humilde, preparado hasta para que no te haga ver ni sentir nada, pues quizá todavía no era tu hora. La ayahuasca no es una droga recreativa, es medicina. Por eso es tan importante hacer el ritual con gente de confianza, respetando la tradición milenaria que han practicado los pueblos andinos y amazónicos desde antaño.
3. ¿Cuál es el momento qué más recuerdas de tu infancia?
-No sabría decirte cuál es el que más recuerdo, tengo muchos y si escarbo encuentro más, y la verdad es que no de todos quisiera hablar. Pero te cuento uno. Guardo con mucho cariño un recuerdo de mi padre ayudándome a escribir. Él tenía una de esas agendas digitales de bolsillo que se hicieron populares a fines de los noventa. Era una novedad que puedas guardar en un solo aparatito los números de varios contactos y que hasta tenga teclado y calculadora incluida. Yo lo acompañaba a sus reuniones de trabajo y a veces para que me entretenga me daba la agendita. Todavía no sabía leer ni escribir, pero apretaba botones y adivinaba cómo manejar el asunto. En algún punto me dijo “¿Por qué no inventas una historia? La vamos guardando en la agenda”. Me fue muy natural y divertido empezar a hacerlo, y como jugando él tecleaba por mí lo que yo le dictaba. Eran historias que se me iban ocurriendo mientras se las decía. No puedo acordarme de ninguna trama pero sí recuerdo que había personajes que eran mezclas y exageraciones de los dibujos animados que veía. La gente se sorprendía mucho. Decían que yo hablaba como un viejito, no como un niño. Recuerdo que hubo gente que se rio de mí por ello, lo que en ese momento me producía mucha rabia porque pensaba que se burlaban de mí. Hay que tratar con respeto a los niños, ellos se dan cuenta de todo lo que pasa a su alrededor, así no sepan expresarlo. Mi madre cuenta que fui un niño muy educado y sonriente pero yo me recuerdo ensimismado y en un sufrimiento constante por saberme en inferioridad de condiciones con los adultos. Quizá por eso me nacía inventar ficciones desde tan joven. Mi abuela guarda un cuento que yo escribí a los siete años sobre un extraterrestre.
4. Se viene una versión más de la ANTI-FIL, cuéntanos más sobre este proyecto.
-Allá por el año 2016, Franco Osorio nos llamó a varios poetas y amigos que veníamos activando la gestión cultural desde hacía tiempo. Tenía un proyecto: organizar en conjunto una feria del libro de ingreso gratuito que se oponga a la FIL, que por ese tiempo había subido una vez más el precio de su entrada, llegando al simbólico precio de siete soles. Siete soles era lo que te salía un menú. Y en uno de los países con índices de lectocomprensión más bajos de la región, subirle el precio de entrada a la feria más emblemática de Lima nos pareció una canallada. Varios escritores se pronunciaron y enviaron cartas a distintos medios pero nadie hizo nada en concreto aparte de nosotros. Algunos habíamos visto los procesos de ferias independientes muy similares a lo que planteaba Franco. Él tenía en mente “La otra FIL” de Guadalajara, yo a la “FLIA” que nació en Buenos Aires, y otros compañeros a la “Furia del Libro” en Santiago de Chile. En Lima un espacio así no existía, y creo que justamente por ello es que la idea resonó en tantas personas. Tuvimos para esa primera edición mucha suerte y mucho apoyo solidario. Suerte porque conseguimos de abril a julio un local enorme como lo es la Asociación Guadalupana y un nombre atractivo que generaba expectativa. Y apoyo solidario porque realmente no esperábamos que tantos artistas se unieran a la idea de manera desinteresada y a la vez que llegara el público en mareas diarias. Parte del éxito de esa idea inicial se debió a que no restringimos la propuesta a solo el mundo del libro. Hicimos una zona fanzinera, le dimos un espacio especial a las cartoneras, pero también incluimos a las demás artes: había una galería de arte plástico, exposición de fotos, proyección de películas y cortometrajes peruanos, obras de teatro y performance, conciertos de distintos géneros todos los días, con venta de cerveza incluida. Una verdadera fiesta de la cultura. Que, por cierto, no descuidó lo literario, porque teníamos talleres, recitales de poesía, presentaciones de libros, charlas, debates, el homenaje a Rodolfo Hinostroza, y un largo etcétera, además a las editoriales de provincia y del exterior siempre les hemos cobrado menos, y la cuota ya es bastante baja a comparación de la FIL que resulta casi siempre inaccesible para estos emprendimientos. Creo que como no se había hecho algo así en Lima, dentro de lo que es la movida de arte independiente, todos querían estar de alguna forma, ya sea participando o viendo. Para la segunda edición, el 2017, la asamblea había crecido, se había formalizado (creamos ACAL, Asociación Cultural Arte Libre, desde donde producimos la Antifil) y ya un acumulado de experiencia organizativa grande. Por supuesto, nos ayudó tener todo un año para planificar el evento y no solo unos meses. Subimos la apuesta: esta vez no fueron cinco días sino nueve y con el consenso de todo el grupo decidimos dejar de oponernos a la FIL. No cambiamos el nombre pero nuestro discurso dejo de confrontar con ellos para concentrarnos en consolidar nuestra propuesta. Conseguimos alquilar una casona antigua y recién restaurada en pleno centro de Lima y la convertimos en la “Casa-ANTI”, nuestro centro cultural. Hubo más invitados internacionales, más actividades, más puestos para las editoriales, y a pesar de no ser nuestra la infraestructura, comenzamos a adquirir poco a poco elementos logísticos indispensables que antes teníamos que pedir prestados o alquilar a último momento: mesas hechas de caballetes de madera, equipos de sonido, luces, señalética, extintores. Y, claro, las alianzas con otros colectivos o emprendimientos de todo tipo fueron creciendo exponencialmente. Hasta tuvimos desde la primera edición grupos de voluntarios durante la feria que nos daban manos en los asuntos que nos excedían. Siempre ha habido una muy buena onda por parte de la gente que se acerca a la feria y creo que eso es el reflejo del amor grande que le metemos a la organización de la Antifil durante todo el año, porque para financiarnos siempre hicimos eventos: fiestas, recitales de poesía, polladas, festivalitos, de todo. En la tercera y cuarta edición, del 2018 y 2019 volvimos a la Asociación Guadalupana con un acuerdo más claro. Añadimos una zona exclusiva para las infancias, reforzamos nuestros protocolos de cuidado interno, y empezamos a vender merchandizing. Nuestro equipo de trabajo (dividido en comisiones según las habilidades e intereses de cada persona) no ha dejado de crecer y somos como una gran familia, en la que todo lo hacemos por el ayni cultural. A finales del año pasado ganamos un fondo del Ministerio de Cultura como para llevar la Antifil a otro nivel, hacer todo lo que siempre quisimos hacer y no pudimos por estar limitados económicamente… Este año, sin embargo, como a todos, nos tomó de sorpresa la pandemia y la cuarentena así que ahora estamos abocados a la organización de la primera Antifil virtual, una propuesta que mantiene el mismo espíritu de la Antifil de siempre solo que adaptada a estos tiempos. Tenemos una página (antifil.pe) desde la que impulsamos, entre otras cosas, una campaña de crowdfunding, para poder seguir funcionando autogestivamente, esta vez a través de un sistema de donaciones y recompensas a nuestros patrocinadores. En eso estamos ahora, esperando seguir creciendo, para poder hacer el arte accesible a todos y no solo a quienes puedan pagarlo.
SOBRE EL AUTOR
Juan Manuel Corbera
Narrador y poeta. Concebido, nacido y criado entre la sinérgica unión de la metrópoli y las playas limeñas. Hace unos años vive y sobrevive en Buenos Aires. Publicó la plaqueta “El exiliado” (Merodeo Ediciones, 2015) de poesía con colaboración fotográfica. Publicó además la serie poética “Lacustre” (Derrames Editoras, 2016), la cual fue adaptada para el teatro en el 2017. Otros textos suyos aparecen en revistas, blogs y antologías de Chile, Venezuela, Perú, Argentina y Ecuador. Actualmente está finalizando la licenciatura en Letras Modernas con mención en Literaturas Extranjeras en la Universidad de Buenos Aires y coordina talleres de creación literaria.